“Además, el estilo tiene que ir acorde al cargo del trabajador y a los objetivos profesionales que quiere alcanzar”, agrega.
Paula Roteta, asesora de imagen, recomienda no ver la vestimenta como una moda, sino como una herramienta y una estrategia para crecer en el ámbito laboral. Asimismo, hay que respetar jerarquías, pues no es lo mismo la forma en que se viste un colaborador que un directivo, aunque ambos pertenezcan a la misma generación.
Si tu estilo es más relajado, las especialistas ofrecen una serie de recomendaciones para vestirse adecuadamente, pero sin perder la esencia personal.
1. Ir arreglado, sin necesidad de llevar traje significa apostar por una camisa tipo polo o una blusa de un solo color, pantalones de algodón y un saco, suéter o chamarra para complementar la vestimenta.
2. Está permitido usar jeans, pero que no sean deslavados o rotos, lo mejor es que sean de un solo color.
3. Los tenis formales son una opción para ir a la oficina. Nunca hay que utilizar los deportivos, esos restan credibilidad y hablan de una persona descuidada.
4. Para las mujeres ya no es obligatorio utilizar zapatillas, un zapato tipo flat o de tacón medio puede ser la solución para eventos importantes.
5. Aunque a los millennials no les gusten los códigos de vestimenta, deben alejarse de las sandalias, playeras con algún mensaje político u ofensivo, pantalones cortos y leggings.
“No está mal que la gente decida trabajar en jeans y sudadera, el problema es que no se vea un cuidado en su arreglo personal. Hay que esforzarse y cuidar la higiene”, recomienda Roteta.