Los resultados como director general
Felipe Gómez García ha logrado que la empresa crezca a doble dígito año con año. Hoy día, Granvita, su marca insignia, lidera la categoría de avenas y granolas en México en el retail, según Nielsen. Otras marcas de su portafolio son Avena Número 1, Avenitas y Hojuelitas.
A nivel nacional, Grupo Vida emplea a 1,500 personas y en el exterior a 350. Tienen una planta de avena en Chile, la empresa se llama Avena de los Andes. Otra en Canadá en la provincia de Alberta, y participan en otra firma canadiense, Buffalo Great Meal, y en una peruana, Industrias Unidas del Perú, donde son parte de los socios, pero no operan directamente.
En México, la empresa opera siete plantas: las principales, de avena, granola y barras, están en el municipio del Arenal, en Jalisco; en Zapopan tienen otra planta de galletas y de trigo; en el municipio de Sayula tienen dos plantas más y en Tlajomulco, Jalisco, una de frutas deshidratadas. “Estamos por terminar una ampliación en la capacidad de producción de la planta de avena en el Arenal, Jalisco, y de almacenamiento de materia prima”, detalla.
Antes de ser el CEO de Grupo Vida, Felipe participó en la Cámara de la Industria Alimenticia de Jalisco (CIAJ) como presidente del consejo directivo en el periodo 2012 – 2014. Logró incrementar la afiliación de empresas a la CIAJ en más de un 40% durante sus tres años al frente del organismo.
También fungió como vicecoordinador del Consejo de Cámaras Industriales de Jalisco (CCIJ) de 2013 a 2014. Y un año después fue vicepresidente de la Confederación de Cámaras Industriales (CONCAMIN) en la Ciudad de México.
Es fundador y presidente del Consejo Directivo de Imagina en Movimiento, AC, que está dedicada a la capacitación de instituciones públicas y privadas para la atención y diagnóstico de autismo.
“Trato de ser un líder al servicio de los demás. Mi trabajo es hacerles más fácil su labor, definir el rumbo para el cual queremos ir y después de eso confiar al 100% en la gestión del equipo. Soy un facilitador en términos de inversión de nuevas tecnologías para garantizar la eficiencia o la cantidad de trabajo. Un coach y sin duda me gusta compartir con ellos las decisiones más importantes de negocio”, menciona.
La tercera generación
En México, una de cada seis empresas familiares sobrevive a la tercera generación, según el Ipade. Grupo Vida quiere ser esa compañía operada por los nietos del fundador, Felipe Gómez Fajardo.
Para el CEO, las empresas, como entes económicos que trasciendan generaciones, deben cumplir con etapas. La fase que le tocó a su padre fue la del emprendimiento, donde lo importante fue nacer y crecer. La segunda fase es de institucionalización, “lo que a mí me toca es operar la empresa y hacer que deje de depender de personas y lo haga de procesos. Fijar cimientos fuertes para que la compañía pueda crecer a gran escala”.
Y a los nietos, comenta, les tocará la fase de Expansión. Hoy día, uno de sus hijos ya está trabajando en el área Comercial de la empresa, al tiempo que estudia la carrera de Comunicación. Su hija menor, de 15 años, entrará a las filas de la compañía en septiembre próximo para empezar con su proceso formativo.
Felipe Gómez García está convencido de que Grupo Vida dejó de ser suya desde hace años. La empresa familiar, dice, es de la comunidad. Y es una gran responsabilidad porque 1,500 familias dependen de la empresa para llevar el sustento a casa. En ese sentido, “las nuevas generaciones deben asumirse como los custodios temporales de este patrimonio. Y en la medida en que podamos generar más empleos vamos a seguir apostándole a la empresa”, afirma.
A su parecer, los hijos y nietos de los fundadores deben alejarse de la idea de los junior, donde no hay conciencia de lo que es ganarse un centavo. Al contrario, señala, como hijos de dueños es doblemente difícil. “Yo recuerdo que ya como CEO les dije a los colaboradores: no crean que yo soy como mi papá, yo soy como ustedes, trabajé para mi papá y sigo trabajando para él. Aunque a veces la sangre no deja que te terminen de creer”.
“Por eso tienes que demostrar que estás ahí no por tu apellido, sino por tus habilidades, méritos, trabajo y capacidad de liderazgo. Y no solo tienes que convencer a los stakeholders, sino que además tienes que cuidar el legado. Es divertido, pero es doblemente intensa la presión”, concluye.