Su plan contemplaba ser miembro de consejos administrativos o consultor en proyectos alineados con su experiencia en la industria farmacéutica multinacional y de innovación; también mantenía una apertura a proyectos en empresas más pequeñas que le permitieran aprender y aportar de nuevas formas.
La oportunidad llegó con un giro inesperado cuando Laboratorios Grin lo convocó. La propuesta era ambiciosa: transformar la empresa de genéricos de marca en un faro de innovación.
Esta decisión de contratar a un jubilado para liderar una transformación radical desafiaba la creencia generalizada de que la innovación solo puede provenir de las generaciones más jóvenes. Según Raúl Serebrenik, director y consultor de FECIG (Family Entrerprise Consulting International Group), hay una creencia arraigada de que las personas mayores de 65 años han perdido habilidades, limitándolos a roles no estratégicos.
"Hay esa creencia de que después de los 65 años ya es muy difícil conseguir empleo. Eso es porque somos esa generación que nos hemos quedado un poco atrás en la evolución y en habilidades que deberíamos estar desarrollando. La tecnología nos atropella", apunta.
En México, un país que alberga a unos 18,248,966 adultos mayores, solo un modesto 1% de esa población, se encuentra desocupada y en búsqueda de oportunidades laborales, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
En un panorama donde la tecnología avanza rápidamente, Serebrenik destaca la necesidad de que las organizaciones valoren competencias como la resiliencia, la capacidad de aprendizaje, la formación de equipos, la innovación y el liderazgo, habilidades que no están necesariamente vinculadas con la edad, por lo que ésta no debería ser un factor determinante en la empleabilidad.
Cortés desconocía el terreno de la oftalmología. Estudió medicina en la Escuela de Medicina Juan N. Corpas en Bogotá, e inicialmente quería especializarse en traumatología y ortopedia. Sin embargo, la industria farmacéutica se cruzó en su camino, marcando un cambio de dirección en su trayectoria profesional.
Su primer empleo en este ámbito fue como coordinador de estudios clínicos en Ciba-Geigy, que posteriormente se fusionó con Sandoz para dar origen a Novartis. Al principio, Luis Guillermo vio este trabajo como una oportunidad para generar ingresos adicionales, sin percibirlo como una profesión en sí misma.
El directivo entró a este sector en una época en la que pocos médicos se aventuraban en roles de marketing o ventas. Los médicos que participaban en la industria, en su mayoría, se encontraban en el área médica. La falta de una formación específica sobre la industria farmacéutica en la educación médica tradicional planteaba un desafío.
Esto lo llevó a cursar un diplomado en Dirección de Marketing en 1995 en la Universidad Eafit en Bogotá. A México llegó en 2001, mientras trabajaba para Pfizer, y decidió ampliar su horizonte académico con estudios en Dirección Ejecutiva Estratégica en el Instituto de Estudios Superiores de Monterrey y con un programa ejecutivo en la Universidad de Harvard.
El colombiano participó activamente en el campo junto a los representantes de ventas, interactuando con los gerentes de producto. Esta inmersión le ofreció una nueva perspectiva sobre el papel que un médico podía desempeñar en la industria farmacéutica, explorando áreas que trascienden la medicina clínica, como el ámbito comercial, de innovación y desarrollo de negocios.