Una guerra comercial golpearía a estados gobernados por republicanos
Los aranceles del presidente Donald Trump —y la guerra comercial que podrían iniciar— podrían perjudicar a los mismos estados que lo pusieron en la Casa Blanca.
Las plantas de automóviles desde Michigan hasta Carolina del Sur pueden pagar más por el acero utilizado para fabricar motores y piezas de automóviles.
Las acciones de represalia de la Unión Europea podrían dañar las destilerías de bourbon en Kentucky y a los trabajadores de la fábrica Harley-Davidson en Wisconsin.
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Los agricultores de todo el Medio Oeste serían un blanco principal para China, el mayor comprador de algunos cultivos estadounidenses.
“Proviniendo de un estado agrícola que apoyó a Trump, ciertamente es un acontecimiento decepcionante para Montana y para el resto de la América rural”, dice Herb Karst, agricultor de granos en Billings, Montana, y representante de Farmers for Free Trade, un grupo de defensa de derechos.
null“Parece que la agricultura pagará el precio de la protección de las industrias del acero y el aluminio”, dijo.
Trump dijo la semana pasada que planea imponer un arancel, o impuesto, del 25% sobre el acero importado, y un arancel del 10% sobre el aluminio importado.
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Los fabricantes estadounidenses compran una gran cantidad de ese acero y aluminio importados para fabricar productos que incluyen automóviles, electrodomésticos de cocina, bates de béisbol y equipos médicos.
Los aranceles aumentarían sus costos. Las empresas suelen trasladar esos costos a sus clientes, lo que puede enfriar las ventas y provocar recortes de empleos.
Los cinco estados principales que más dependen de la manufactura, con base en el empleo, votaron por Trump en 2016: Alabama, Indiana, Iowa, Michigan y Wisconsin.
Algunos de estos estados también emplean a trabajadores en las industrias de acero y aluminio. Podrían beneficiarse de los aranceles debido a que sus compañías enfrentarían una menor competencia extranjera. Y podrían alentar más inversión extranjera.
Pero en general, los fabricantes probablemente enfrentarían mayores costos. Lucharían contra competidores extranjeros que no tienen las mismas barreras comerciales.
Por ejemplo, si un automóvil fabricado en el extranjero es más barato y tiene más o menos la misma calidad, es probable que los consumidores en el extranjero se inclinen hacia Volkswagen por sobre Ford, GM u otras marcas de automóviles estadounidenses.
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Carolina del Sur es un estado republicano que podría ser vulnerable en una guerra comercial. El estado ha colocado sus esperanzas económicas en la fabricación y el comercio. Esas dos industrias representan aproximadamente el 30% de los empleos del estado, según cifras del Departamento de Trabajo.
Los expertos dicen que los aranceles podrían tomar dos rumbos drásticamente distintos.
Por un lado, podrían beneficiar al estado al obligar a las compañías extranjeras a aumentar la inversión en Estados Unidos, dice Douglas Woodward, profesor de Economía de la Universidad de Carolina del Sur. El estado ya se ha posicionado como un centro atractivo para la inversión extranjera. Samsung abrió recientemente una planta allí.
Las barreras comerciales podrían alentar a las compañías extranjeras a invertir en Estados Unidos si el costo de exportación se vuelve demasiado oneroso y las empresas aún quieren venderle a los estadounidenses.
Cuando el presidente Ronald Reagan impuso un límite a los automóviles japoneses en la década de 1980, Toyota y algunos otros fabricantes de automóviles trasladaron la producción a Kentucky.
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Pero si otros países toman represalias contra los aranceles de Trump, los beneficios podrían anularse para estados como Carolina del Sur.
“Realmente podría tener un gran impacto en un estado dependiente del comercio como el nuestro”, dice Woodward. “Ese es el gran riesgo aquí, podríamos sufrir represalias, podríamos sufir una guerra comercial... la cual podría ser perjudicial”.
Uno de cada 11 trabajos en Carolina del Sur depende de los cuatro puertos marítimos del estado, donde los contenedores entran y salen, según la Autoridad de Puertos de Carolina del Sur. En total, 187,000 empleos en Carolina del Sur dependen del comercio en los puertos.
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En el otro lado del estado, la planta más grande de BMW en el mundo emplea a 9,000 trabajadores en Spartanburg.
BMW es el fabricante más grande del estado por empleo, y exporta más automóviles desde Estados Unidos, en términos de valor, que cualquier otra automotriz.
Boeing es otro empleador importante en Carolina del Sur, con aproximadamente 7,500 empleados en North Charleston.
Utiliza menos aluminio para sus nuevos modelos de avión de lo que solía, pero Boeing vende muchos aviones en el extranjero. Más de la mitad de sus ingresos provienen del exterior, y eso podría estar sujeto a represalias. Otra alternativa es que las aerolíneas y los gobiernos podrían comprar aviones de fabricantes europeos como Airbus.
Trump no ha eximido a ningún país de los aranceles. Los principales mercados extranjeros de Boeing son China, Canadá y Japón. Los primeros dos han prometido tomar represalias si Trump cumple con los aranceles.
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Carolina del Sur también produce soya, y China es el comprador número uno de soya estadounidense. La cosecha será uno de los primeros objetivos si China y otros países toman represalias. Y no solo los productores de soya lo resentirán.
Karst, el granjero de Montana, no cultiva soya, pero le preocupa que la soya sea el blanco. Si los estadounidenses no pueden vender soya a China, argumenta, eso creará un exceso en Estados Unidos. Y dice que la superabundancia de una cosecha tiende a bajar los precios.
“Eso es simplemente devastador”, dice Karst, de 69 años. En cuanto a los aranceles de Trump, son “contraproducentes para su objetivo declarado de asegurarse de que Estados Unidos gane”.