Arabia Saudita, la gran perdedora
El ataque pone en entredicho la capacidad del país para proteger sus instalaciones petroleras, de las que dependen principalmente sus ingresos, pese a haber invertido masivamente en su seguridad.
El proyecto de salida a bolsa de Aramco, la empresa pública propietaria de las instalaciones, puede sufrir las consecuencias sobre su valor: si la empresa, sus infraestructuras y sus reservas están en riesgo, "los inversores querrán más por su dinero", considera Neil Wilson, analista de Markets.com.
Según fuentes cercanas al caso, las autoridades sauditas estudian la posibilidad de retrasar la esperada entrada en Bolsa del gigante petrolero.
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La OPEP, entre dos aguas
El ataque disparó los precios del crudo, que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) intenta mantener altos desde hace meses, comprometiéndose colectivamente a limitar su producción.
Por otra parte, los países miembros y sus socios deberían estar preparados para cubrir la falta de producción de los sauditas, lo que les generaría mayores ingresos, estima Craig Erlam, analista de Oanda.
Sin embargo, las tensiones entre dos países miembros, Arabia e Irán, hacen patentes los desacuerdos en el seno de la organización y dañan su reputación como fuerza reguladora del mercado mundial.