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Salvar al euro: el reto de Christine Lagarde

La nueva jefa del Banco Central Europeo es conocida por su agudeza política y habilidad para reducir la disidencia, sin embargo los retos que enfrenta la eurozona son grandes.
vie 01 noviembre 2019 05:29 AM
Mario Draghi Christine Lagarde
Christine Lagarde es desde este 1 de noviembre la nueva presidenta del Banco Central Europeo, en sustitución de Mario Draghi.

En las últimas horas de la gestión de Mario Draghi como presidente del Banco Central Europeo, los desafíos que esperan a su sucesora, Christine Lagarde, se han vuelto cada vez más claros.

El BCE, que celebra la última reunión de política liderada por Draghi esta semana, está fuertemente dividido sobre su medida de reabrir los grifos del estímulo el mes pasado. Los gobiernos europeos no muestran avances en atender su llamado a un estímulo fiscal que podría aliviar la carga del banco central. Y la lenta economía de Europa sigue enfrentando serios riesgos.

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Lagarde, quien asume el cargo que deja Draghi este 1 de noviembre, podría ser la adecuada para estas circunstancias difíciles. La exlíder del Fondo Monetario Internacional y exministra de Finanzas de Francia es conocida por su agudeza política, habilidad que podría ayudar a reducir la disidencia dentro del banco central y convencer a los gobiernos para que actúen. Pero eso no significa que su éxito esté garantizado.

Luchas internas 'sin precedentes'

Draghi anunció el mes pasado que el BCE respondería a un crecimiento e inflación más débiles presionando las tasas de interés aún más hacia el territorio negativo y reiniciando su programa de compra de bonos, conocido como flexibilización cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés). Para el hombre al que ampliamente se le atribuye haber salvado el euro al prometer hacer “lo que sea necesario” en el pico de la crisis de deuda de la región en 2012, fue una despedida adecuada.

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Con una acción importante ya tomada, Lagarde tendrá algo de tiempo para habituarse al trabajo. Sin embargo, la despedida de Draghi ha abierto divisiones de larga data en el Consejo de Gobierno del BCE, donde algunos miembros consideran que la resurrección del QE es ir demasiado lejos.

"El desacuerdo público entre los miembros del Consejo de Gobierno socava la credibilidad y retará a la señora Lagarde desde el principio”, dijeron analistas del Bank of America Merrill Lynch en una nota reciente.

Las minutas de la reunión de septiembre mostraron que varios miembros se opusieron a la decisión de reiniciar las compras de bonos, en comparación con “una gran mayoría” que aprobó el recorte de las tasas de interés. Después de la reunión, Klaas Knot, jefe del banco central de los Países Bajos y miembro del Consejo de Gobierno, emitió una declaración oponiéndose al paquete como “desproporcionado ante las condiciones económicas actuales”. La alemana Sabine Lautenschläger, cuyo mandato debería haber durado hasta 2022, renunció antes de que terminara el mes.

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Carsten Brzeski, economista en jefe de ING en Alemania, describió la acritud pública en torno al paquete como algo “sin precedentes”. Uno de los logros de Draghi, dijo Brzeski, había sido conseguir que los responsables políticos del BCE hablaran con una voz unificada.

“En el periodo previo a una reunión, uno escuchaba opiniones divergentes”, dijo. “Pero una vez que se tomaba una decisión, los disidentes se quedaban callados, hasta la reunión de septiembre”.

Un factor que trabaja a favor de Lagarde: la decisión del gobierno alemán de nombrar a Isabel Schnabel como reemplazo de Lautenschläger, dijo Brzeski. Aunque los alemanes han ocupado habitualmente la posición agresiva en el BCE, históricamente Schnabel ha tomado menos posturas de línea dura y podría ser una voz “más constructiva” en la sala, observó.

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La economía débil persiste

Mientras tanto, los datos económicos de la región siguen siendo débiles, particularmente con respecto a la manufactura.

Hay algunos brotes verdes. Las probabilidades de que Reino Unido salga de la Unión Europea a fines de este mes han disminuido, y Estados Unidos y China están trabajando para lograr un acuerdo comercial de “fase uno” que podría firmarse en noviembre. Pero la ventaja para Europa parece limitada, sobre todo debido a los riesgos de su propia guerra comercial con Estados Unidos.

“La incertidumbre sobre las guerras comerciales persiste, y el progreso minúsculo en las conversaciones entre Estados Unidos y China probablemente se ve compensado, desde una perspectiva europea, por la situación cada vez más intensa entre la UE y Estados Unidos”, escribieron los analistas del Bank of America Merrill Lynch.

También hay indicios de que la recesión en la manufactura se está extendiendo a los consumidores. En caso de que las condiciones continúen deteriorándose, el BCE de Lagarde podría verse en apuros, ya que ha agotado gran parte de su conjunto de herramientas para contrarrestarla.

Con esto en mente, es probable que Lagarde repita los llamados a los gobiernos europeos para que combinen la acción monetaria con el estímulo fiscal. Pero medidas significativas de países como Alemania y los Países Bajos parecen poco probables en el futuro cercano.

“Este tren se mueve extremadamente lento”, dijo Brzeski. “Estas cosas nunca suceden rápido en Europa”.

Tanto para afrontar las divisiones internas como para persuadir a los gobiernos, las habilidades políticas de Lagarde podrían ser útiles. Sin embargo, es probable que la situación en Frankfurt desafíe incluso a la experimentada negociadora.

“Cuando [Draghi] entregue la estafeta monetaria a Christine Lagarde, ella también podría usarla para golpear a los ministros de Finanzas”, escribió el jueves el estratega de Société Générale Kit Juckes en una nota a los clientes. “Si ella puede hacer eso, el euro se recuperará; si no puede, es probable que tenga dificultades”.

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