Con los pies en la tierra
Sentado en un sofá color mostaza, con un saco confeccionado en una colorida tela que muestra algunos de los artículos de IKEA, Pruys señala todos los elementos decorativos que tiene su pequeña sala de juntas, en las oficinas que hoy albergan a poco más de 30 empleados en la capital del país.
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Es la primera vez que alguien ajeno a la empresa ingresa a las oficinas, donde se asoman los primeros muebles de la marca en México. Sillas, macetas que cuelgan del techo, mesas metálicas al centro, tapetes y otros elementos en tonos amarillos y pastel. Un adelanto de cómo se verán los tradicionales showrooms en la tienda e, incluso, en el sitio de internet. Los establecimientos de IKEA en Europa son grandes bodegas a las afueras de las ciudades, que se convierten en un destino de compra y experiencia. No sólo venden muebles, también hay restaurantes con comida sueca e internacional. Además, IKEA es reconocida por entregar en empaques que permiten transportarlos en auto y armarlos en casa sin mayores dificultades.
Pero los tiempos han cambiado y, con ello, las tiendas de la marca. Ahora, la empresa busca destinos en algunos centros comerciales, pero sin dejar de lado su concepto tradicional. Por eso, el primer IKEA de América Latina estará en el centro comercial Encuentro Oceanía, propiedad de Pulso Inmobiliario, en el nororiente de la Ciudad de México. En el piso de ventas de 23,500 metros cuadrados trabajarán 300 personas y se ofertarán 4,000 artículos, y cerca de 8,000 considerando su plataforma de venta en línea. Algunos de ellos, adaptados al consumidor mexicano. Entre los productos exclusivos para México habrá algunas sillas, pero también tortilleros y exprimidores de limones.
La inversión en la primera tienda rondará los 150 MDD, revela Pruys. No todo será para la construcción y el número pudiera variar ligeramente. “Es muy difícil cuantificar la inversión adicional que viene con la tienda en términos de lo que generamos económicamente, como los socios para el servicio de entrega, la infraestructura alrededor de la tienda y los elementos que la harán sustentable”, adelanta el directivo.
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El monto conlleva inversiones para que la tienda sea sustentable y se certifique como LEED Gold, así como el desarrollo de infraestructura, como parques para los vecinos alrededor del centro comercial, explica el directivo. La elección de la ubicación de la tienda fue mera oportunidad. “Hicimos mucha investigación para saber en qué lugar de la ciudad estaríamos. Lo que me gustó de la ubicación es que habla del corazón de IKEA”, dice Pruys, haciendo referencia a la democratización del diseño. La empresa quiere enviar un mensaje claro: cualquiera puede adquirir ahí, desde un tortillero hasta una cocina, con la misma experiencia de compra y calidad.