Uno de ellos es Grupo Mercurio, que inauguró, en agosto pasado, un nuevo clúster industrial en San Luis Potosí tras invertir 500 millones de pesos, con el que aumentará 60% su capacidad de producción, hasta las 800,000 unidades anuales.
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La empresa destinará 75% para la colocación en el mercado nacional y 25% se exportará a mercados como el estadounidense, aprovechando la amenaza de su presidente, Donald Trump, de imponer nuevos aranceles a los productos chinos. “Esto significa una gran oportunidad para empresas mexicanas de exportar al mercado más grande, que es Estados Unidos”, dice Luis Fernando Larriva, director general de Bicicletas Mercurio.
Las bicicletas mexicanas tienen una norma de origen que pide que 50% de los componentes de cada unidad sea de la región norteamericana para importarse libremente. En algunos modelos y componentes de aluminio se cumple con ello, pero otros –como los hechos de fibra de carbono o con componentes premium– no son exportables sin cargos adicionales.
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Aprovechar esta ventaja se vuelve crucial. Fernando Mejía, presidente de la Asociación Nacional de Fabricantes de Bicicletas (Anafabi), refiere que, en los últimos cinco años, las ventas de unidades mexicanas se han estancado en 1.5 millones de unidades anuales. Según datos de la asociación, entre 2007 y 2018, las ventas han caído 45%.
“Las ventas se encuentran estancadas ante la incertidumbre de nuestros clientes y la falta de presupuesto para programas sociales. (…) La producción se ha estancado, entre otros motivos, por la bicicleta importada y los dispositivos electrónicos que distraen el gasto de las familias”, asegura Mejía.La historia es la misma con las exportaciones, agrega, aunque no da indicadores y se limita a decir que son “demasiado bajas”.