El plan del gobierno para sortear la actual situación petrolera, que enfrenta su propia pandemia de precios históricos a la baja, pasa por disminuir el flujo de hidrocarburos que se venden al exterior para incrementar su refinación. Pero esta estrategia tiene un punto débil, su propia ‘peste negra’: el combustóleo. Este residuo de la elaboración de petrolíferos causó pérdidas millonarias a Pemex en el pasado y ahora amenaza con volver a tapar las arterias de las refinerías de la compañía.
El combustóleo, el otro virus que amenaza el plan de Pemex
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La firma que dirige Octavio Romero Oropeza presume que ha logrado elevar el procesamiento de crudo a cerca de 800,000 barriles diarios, una cifra que casi duplica lo registrado apenas en febrero de este año, cuando tocó su mínimo histórico. El plan de Pemex Refinación, que dirige de manera tácita la titular de la Secretaría de Energía (Sener), Rocío Nahle, es elevar hasta el millón de barriles de petróleo diarios el flujo dirigido a las seis refinerías de la estatal, y así disminuir las exportaciones. Pero el plan tiene un problema: a mayor refinación, mayor producción de combustóleo.
La producción de combustóleo ha costado a la petrolera entre 2005 y 2017 cerca de 1,100 millones de dólares (mdd) en pérdidas en promedio al año, según un análisis de la administración anterior de la Secretaría de Energía (Sener), al comparar el costo de producción frente a los ingresos que genera.
La petrolera suele obtener entre el 27% al 35% de gasolinas de cada barril que ingresa su sistema, al menos desde junio de 2016, la última ocasión en que superó el millón de barriles de petróleo procesados. Pero en ese proceso, donde obtiene otros productos como el gas licuado, diésel o turbosina, además tuvo como residuo cerca de 20% de combustóleo, un subproducto que hasta el año pasado podía colocarse como combustible para embarcaciones marinas, pero que hoy está fuera de las normas internacionales por su alto contenido en azufre.
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Así que el incrementó en la elaboración de gasolinas, diésel y turbosinas en los siguientes meses a niveles no vistos desde 2016 puede inundar el sistema de Pemex de combustóleo.
En febrero de este año, Pemex procesó solo 464,018 barriles promedio diario, su menor nivel desde que se tienen registros, que dio como resultado 163,897 barriles de gasolina y 123,883 de combustóleo. En junio de 2016, con un millón de barriles procesados, el resultado fue 342,889 barriles de gasolina y 253,550 de combustóleo.
Las cifras semanales de Sener muestran que el almacenamiento de este residuo se aceleró en los últimos días de marzo respecto a los promedios que venía registrando en 2020, aunque aún se ubicaba en niveles de 2019 a esa mismas fechas. Pero las ventas se han desplomado en los últimos años, en parte por la menor cantidad de barriles que se procesaban, al mismo tiempo que caía el uso de las refinerías de la compañía.
Pemex vendía entre 100,000 a 125,000 barriles promedio diario de barriles de combustóleo en 2016 y 2018, pero el año pasado cayó a 76,500 barriles. Entre enero y febrero sólo colocó 43,900, según datos de la empresa.
Así que la petrolera estatal puede anticipar un porcentaje similar ahora que piensa elevar su capacidad de refinación y debe pensar qué hará con un producto que cada día usa menos para generar electricidad, y que perdió mercado internacional, explican analistas del sector.
La Comisión Federal de Electricidad (CFE) ha reducido la quema de combustóleo para la generación eléctrica desde hace más de una década, apoyado en un aumento en el uso del gas natural. Una opción que pudiera aliviar este incremento de combustóleo es regresar a un mayor uso por parte de la eléctrica nacional, dice Ixchel Castro, analista de la consultora Wood Mackenzie.
“Aquí queda la duda para saber hasta qué nivel este aumento en el procesamiento sea sostenible en el mediano plazo, dependiendo de los puntos de combustóleo que se tengan disponibles”, dice la especialista en temas de refinación.
La eléctrica nacional ha realizado fuertes inversiones por años para reemplazar el uso del combustóleo por gas natural en sus centrales eléctricas, por lo que darle cabida de nuevo va en contra de esta estrategia, desaprovechando esas inversiones, apunta Daniel Salomón, asociado del despacho González Calvillo.
“El combustóleo por su naturaleza es muy difícil de comercializar, y esta estrategia fomentaría el uso de un combustible más contaminante”, dice el especialista.
CFE también pudiera apoyar en parte con el almacenamiento de estos productos justo en las terminales que solía usar para guardarlo, y que ante la disminución de su demanda, se había pensado en transformarlos para que guardaran gasolinas, un proyecto de la anterior administración que nunca se supo en qué fase quedó, recuerda Castro.