Para los moteles, el peor momento de la pandemia no ha pasado. Luego de cerrar casi por completo sus complejos entre abril y mayo, los negocios afrontan una operación más costosa y una perspectiva que, en el mejor de los casos, los tendría operando a la mitad de su capacidad para fin de año.
Los moteles afrontan una complicada reactivación después de la pandemia
La industria motelera ha estado estrechamente ligada con la economía del país, por lo que había tenido una desaceleración en su crecimiento desde 2019, explica Rafael García, presidente de la Asociación de Hoteles y Moteles (AMHM) de la Ciudad de México, donde se cuentan 620 hoteles, de los cuales la mitad son de paso y aproximadamente 140 de éstos son moteles.
“Por número de habitaciones hablamos de un crecimiento de 3% anual, y hay desde moteles muy económicos hasta de boutique (…) Venían con un buen paso y, de acuerdo con como venía creciendo la economía. Sabemos que a partir de 2019 dejó de crecer y, en 2020, lejos de crecer, están cerrando negocios”, explica el representante de la industria.
Además de la baja demanda que está viendo la industria de alojamiento en general, los moteles tienen desafíos particulares por sus cortos tiempos de alojamiento, que usualmente van de seis a ocho horas, y que implican una labor de sanitización de sus habitaciones más frecuente, y por ende, más costosa.
“En un hotel, se gastan 1,000 pesos por mes en labores de limpieza, pero en los moteles pueden ser de 3,000 a 4,000 pesos por habitación, porque son servicios cortos con tarifa baja, y una habitación se ocupa de dos a tres veces en un día, esto implica el doble o triple de gasto de sanitización”, refiere García.
De esto da cuenta personal que tiene a su cargo tanto el motel Ferri Hotel & Suites como el hotel Capital O La Villa, complejos que cerraron por un par de meses sólo dando alojamiento a personal esencial, apenas ocupando tres habitaciones de las 66 que se tienen en total.
“Lo que esto me generó fueron como 12,000 pesos, me ayudó a pagar una nómina rebajada y nada más. Realmente no fue rentable, pero ya comienza uno a desesperarse, a decir: ‘Caramba, ya lo que sea que caiga es mejor’. Abrimos oficialmente a todo público a partir del 1 de julio, y la ocupación, que antes llegaba a un 80% por lo general, ahorita está en un 38% a 40% (…) Y sí, se va mucho más en el (gasto) del motel que en el hotel”, expresa personal del complejo.
En niveles similares se encuentran los complejos de la cadena V Motel Boutique, que han abierto luego de un cierre de tres semanas, y una posterior operación sólo para atender a personal esencial.
“Nos inscribimos al programa del gobierno para atender a este personal, pero realmente no teníamos clientes, y lo hicimos también para nosotros no frenar operaciones (…) Actualmente operamos a un 30% de ocupación máxima, también para que no haya tanta gente al mismo tiempo. Habitualmente –y dependiendo un poco del día– sí llegábamos a tener todo lleno, con ocupaciones de 90% a 100% en fines de semana”, explica Andrea Rodriguez, directora de marketing y relaciones públicas de V Motel Boutique.
El presidente de la AMHM de la ciudad indica que, a nivel general, los moteles mantienen ocupaciones de hasta 9% en estos momentos, y se espera que de manera generalizada se alcancen niveles de 40% para el último trimestre del año.
“Es verdaderamente difícil sobrevivir con estos números. En el último trimestre de 2019 andábamos en 70%, y en algunos casos en 80%. En el Gran Premio estuvimos al 100% y en el Buen Fin en 95%. La confianza se irá recuperando poco a poco, pero casi será un año perdido para los moteles”, dijo.
Debido a la presión de los costos y a una lenta expectativa de recuperación, García estima que entre 10% y 20% de los moteles de la ciudad estaría en riesgo de quebrar, es decir, de 14 a 28 complejos. “Para el tamaño de la ciudad representa bastante”, afirma.