No hay un fabricante de vehículos que en los últimos cinco años no haya invertido cantidades millonarias para reducir las emisiones de sus vehículos. El dinero se ha repartido en varias partidas. La más grande, sin duda, ha sido la destinada a la electrificación, pero los fabricantes también han destinado una parte importante de su presupuesto al desarrollo de tecnologías que han permitido hacer más eficientes los vehículos de gasolina.
Entre los avances más notables están los motores turbocargados más pequeños y potentes, acoplados a transmisiones con seis o más cambios. Eso, sumado a materiales más livianos y tecnologías como el ‘stop and go’, que apaga el motor cuando el auto se detiene en un semáforo o en el tráfico, ha ayudado a mejorar la economía de combustible en los modelos más recientes.
Aunque prácticamente todos los directivos del sector y los analistas coinciden en que el futuro de la industria es la electrificación, se espera que los fabricantes de automóviles continúen invirtiendo, al menos por un lustro más, en nuevas arquitecturas y tecnologías de motores que incrementen la potencia, reduzcan las emisiones y aumenten la eficiencia.