El anuncio colocaba al descubrimiento por encima de uno previo en Hacker Pass, Nevada, con reservas probadas de 179 millones de toneladas. Pero la información se ha tergiversado, dice Luca Ferrari, un investigador del Centro de Geociencias de la UNAM y las 243 millones de toneladas son una combinación entre arcilla, litio y otros minerales. Del yacimiento en Bacadéhuachi podrían extraerse sólo entre 4 y 5 millones de toneladas del mineral, dice el académico y la propia información de la empresa.
Esta cantidad no quita a la reserva el ser potencialmente comercial, pero exige replantear la expectación que se ha construido respecto al mineral, explica Ferrari. “Se está siendo demasiado optimista”, dice vía telefónica.
La importancia del yacimiento no está en duda y su valor se confirmó cuando la compañía china Ganfeng –el mayor productor de baterías de litio del mundo– se hizo de la totalidad del yacimiento del estado fronterizo. Pero la producción no ha iniciado formalmente, y la empresa ha retrasado hasta inicios de 2024 el arranque, según sus últimas estimaciones. Pasarían casi seis años desde el anuncio del descubrimiento hasta la primera producción de litio. Esto debería poner en prospectiva, dicen los entrevistados, el tiempo que podría tomar al Estado mexicano explotar el mineral, toda vez que ha prohibido el otorgamiento de concesiones de litio y la participación –al menos por ahora– del capital privado.
¿Cuánto litio hay en México?
México aún se encuentra en una de las primeras etapas. Hasta antes del anuncio de la inglesa Bacanora, el mineral, al menos en el país, estaba fuera de la conversación colectiva y no figuraba en la discusión política. “No era un elemento estratégico, por lo tanto no se había explorado y no se habían certificado las reservas”, dice Ferrari.
Algunos rankings colocan al país como uno de los principales poseedores del litio. El Servicio Geológico de Estados Unidos pone a México en el lugar 10 de los países con mayores reservas. El Servicio Geológico Británico también lo coloca como uno de los países con mayor cantidad de litio. Pero todo es cuestión de perspectiva, dicen las y los entrevistados. El primer organismo calcula que el país posee 1.7 millones de toneladas de reservas, menos del 10% de lo que poseen Bolivia o Argentina, quienes lideran los listados, con 21 y 19 millones de toneladas de reservas del mineral, respectivamente.
Hasta ahora, los organismos internacionales y las empresas privadas se han convertido en la principal fuente de información para aseverar que México puede convertirse en una potencia en el material. “Un dato oficial (de México) de las reservas de litio en el país no se tiene, el único yacimiento en el que ya hay trabajo más adelantado es el de Bacadéhuachi”, dice Rigoberto Garcia Ochoa, un académico del Colegio de la Frontera Norte. “En realidad no hay datos que nos dejen afirmar que somos una potencia y hacer planes entusiastas que lo colocan como el petróleo del siglo XXI o el oro blanco”. Las instituciones mexicanas no cuentan aún con estudios y cálculos relacionados con las reservas que hay en el territorio.
Pero Violeta Núñez, una académica de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), dice que los estudios ya están en desarrollo y que estos solo podrían incrementar la cantidad de litio que se sabe ya tiene el país. “Somos el número 10, pero sin haber iniciado un proceso de prospección en el país”, explica. “No somos comparables (con Bolivia o Argentina), pero sí somos una nación importante, en el sentido de que todavía no inicia el proceso de prospección y ya estamos en ese lugar”.
México apenas está comenzando con el proceso que iniciaron las grandes potencias productoras como China o Australia hace años. El primer paso es la prospección, dice la investigadora, que consiste en definir en qué partes del país habría reservas y el tipo de yacimiento en qué se encuentran: arcilla o salmueras. El Servicio Geológico Mexicano ya ha comenzado con esta tarea: en el presupuesto de egresos de este año se ha destinado una partida para el estudio geológico de 82 localidades en el país con presencia de litio y la definición de áreas con cantidades suficientes para considerarlas económicamente viables. Nuñez asegura que a este estudio se han sumado otras 73 localidades potenciales.
A la par otro plazo está corriendo: el de 90 días a partir de la entrada en vigor de la reforma para definir cómo será la conformación del organismo descentralizado que llevará el eje rector de la explotación del mineral. De cómo operará y del presupuesto poco se sabe. El presidente lo ha comparado con la estatal CFE y el documento aprobado en el congreso asegura que éste se hará cargo de toda la cadena de valor del mineral.
Con ello, México se une a la ola de nacionalización de los recursos en algunos países de Latinoamérica: Bolivia declaró hace algunos años al litio como un recurso estratégico en control del Estado y Chile planea establecer una empresa estatal del litio.
Pero estos países, que en conjunto con Argentina conforman la región conocida como el Triángulo del Litio –que concentra más del 80% de las reservas mundiales–, tienen una condición que el país no. Sus reservas del mineral se encuentran en salmueras –cuerpos de agua con grandes concentraciones de sal–, un tipo de reserva en la que mundialmente ya se tiene más experiencia, tecnología y en la que el precio de explotación es más bajo. México tiene la mayoría de sus reservas –como en Sonora– en arcilla y con algunos rastros de salmueras en Zacatecas o San Luis Potosí.
¿Qué tan fácil es extraer el litio que México?
La explotación del litio en arcilla ha sido poco explorada y su complejidad técnica, dice una fracción de los académicos, podría hacer que la actividad no sea tan rentable. “Es un yacimiento que normalmente no es económico (...). Lo que tenemos en Sonora y en gran parte de México es litio mezclado con arcilla y hasta ahora no se han explotado de manera comercial”, dice Ferrari. La producción en este tipo de yacimiento requiere de un proceso adicional para llevar al litio a un estado similar al de como se encuentran en las salmueras y después llegar al 99.9% de pureza de carbonato de litio.
La complejidad de la extracción, dicen los académicos, puede poner en riesgo la viabilidad del proyecto federal: un gran costo económico sin ayuda de los privados podría detener o retrasar la producción o un avance de la tecnología podría dar paso a otras fuentes para la fabricación de baterías desplazando al litio. Como sea, explican, el conocimiento del mineral aún es poco y por ahora la mayoría de las conclusiones pueden ser especulaciones.
La producción en la mayoría del territorio nacional también involucraría una técnica que hasta ahora se mantiene un tanto lejos de la conversación: la minería a cielo abierto, el tipo de explotación que se desarrolla sobre el terreno cuando los depósitos se encuentran desde la superficie y en partes del área con mayor profundidad. En el discurso, este tipo de explotación podría parecer contraria a las acciones del gobierno federal, que ha puesto una pausa durante el sexenio a la entrega de cualquier tipo de concesión minera.
Pero Nuñez, la académica de la UAM, defiende que ahí está la clave del cambio legislativo: “La gran industria minera dice ‘tenemos miedo de que el litio se quede enterrado’, pues nosotros tenemos miedo de que la gran industria llegue y destruya los territorios en donde está el litio. Son miedos distintos, ellos tienen miedo de que el litio se quede enterrado y nosotros tenemos miedo de que se siga repitiendo la historia de devastación de los territorios”.