Volvo ha decidido invertir 700 millones de dólares en Nuevo León para la construcción de una planta destinada a la producción de camiones. Esta inversión convierte a la firma sueca en la única armadora que ha confirmado su entrada al país durante la actual administración, en un contexto donde la esperada llegada de Tesla y las inversiones chinas aún no se han concretado.
Desde 2015, cuando Ford anunció una planta en México que posteriormente fue cancelada, ha habido una especie de "sequía" en los anuncios de nuevas colocaciones para plantas automotrices. Este contraste es notable en comparación con la ola de inversiones que precedió a ese año, cuando se construyeron ocho nuevas fábricas en el país. La falta de nuevos desembolsos se justifica en gran medida por el hecho de que la capacidad instalada de esas instalaciones aún no ha alcanzado su máximo potencial, lo que ha llevado a las armadoras a centrarse en optimizar y aprovechar al máximo las fábricas existentes antes de considerar la expansión con nuevos proyectos.
Mientras Tesla sigue sin definir una fecha para el inicio de operaciones de su planta en Monterrey, y las inversiones chinas de BYD, GWM, MG y Chirey están aún en fase de selección de ubicación, Volvo se perfila como el principal actor automotriz de este sexenio. Esta decisión promete dinamizar la cadena de suministro de la industria de vehículos pesados, un sector clave para la economía del país.