3. La guerra petrolera
Por si esto fuera poco, a los gigantes petroleros les ha dado por pelearse. No podían haber elegido un peor momento, como señala este artículo de Bloomberg.
Hace tiempo que Rusia y Arabia Saudita se odian en el mercado petrolero, pero últimamente se habían convertido en 'frenemies', o ‘enemigos íntimos’. En la llamada OPEP+ —formada por la Organización de Países Exportadores de Petróleo, Rusia y otros productores aliados—, habían acordado poner límites a la producción de crudo para, reduciendo la oferta, impulsar unos precios que a todos les convenía tener altos, y que estaban tendiendo a la baja. Pero el coronavirus redujo aún más una demanda ya débil, y entonces Arabia Saudita propuso nuevos recortes a la producción, y Rusia se opuso, pues no quería perjudicar a sus petroleras estatales.
Ahí estalló la situación. Básicamente, han dicho: 'Ahora verás'. Para perjudicar a Rusia, Arabia Saudita anunció que elevará su producción de petróleo, para inundar unos mercados que no están queriendo comprarlo a ese nivel, y así hundir los precios. Y para perjudicar a Arabia Saudita, Rusia ha dicho que hará lo mismo. Se trata de ver quién es más rudo y quién resistirá más.
Mientras tanto, los precios del petróleo ya se han desplomado, con Pemex y México como víctimas colaterales. Aunque México tiene compradas coberturas financieras para el precio de 49 dólares por barril de petróleo establecido en su presupuesto de ingresos, ejercerlo antes de fin de año depende de la liquidez de los mercados globales y de la credibilidad del gobierno mexicano. Esta situación ha causado que los inversionistas, que ya estaban en un momento sensible, opten de forma masiva por recoger ganancias y migrar hacia opciones más seguras para su dinero.
¿Y ahora qué ocurrirá?
Si lo supiéramos, seríamos millonarios y no periodistas. Los gobiernos han comenzado a reaccionar. La Reserva Federal de Estados Unidos anunció un incremento de 50,000 millones de dólares en los montos que cada día inyecta a mercados financieros, y Trump analiza otras medidas que, en año electoral, amortigüen el impacto.
La realidad es que, en los mercados, es posible hacer predicciones, pero nadie tiene una bola de cristal que nunca se equivoque. Lo que es posible es hacer un análisis de escenarios.
Un escenario probable es que la guerra petrolera termine por resolverse en un acuerdo entre las partes, lo que solucionaría uno de los aspectos de la ecuación. Dada la virulencia de la relación entre Rusia y Arabia Saudí, parece que esa solución no será inmediata, y en gran medida el daño ya está hecho.
Otra definición de escenarios depende del hallazgo de la cura del coronavirus y de la clarificación de su tasa de mortandad. Sabemos poco de la enfermedad aún.
Finalmente, la solución al tipo de aterrizaje que tendrá el ciclo alcista dependerá de la habilidad de los bancos centrales para responder a la crisis desatada desde el lunes 9, en un contexto de mayores colchones de reservas en todo el sistema global que los que había en la crisis de 2008 y 2009. Una revisión al comportamiento del índice S&P muestra que la caída está aún muy lejos de los niveles de una recesión, y al cierre de ayer todo el mundo esperaba un rebote para lo que queda de semana. Comienzan tiempos interesantes.