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Explainer: Las 3 razones por las que se están hundiendo los mercados

La expansión mundial del coronavirus, la guerra petrolera entre Rusia y Arabia Saudita y el posible fin de uno de los periodos alcistas más largo de la historia en las Bolsas explican la situación.
mar 10 marzo 2020 05:04 AM
Crisis
Los mercados de todo el mundo vivieron jornadas con caídas que no se veían desde hace más de una década.

La palabra "crisis" ya se pronuncia en todas partes. No parece exagerada, dadas las cifras que dejó la jornada del lunes en los mercados globales. Estas son las más destacadas: Wall Street sufrió su mayor pérdida diaria desde la crisis financiera de 2008; el índice industrial Dow Jones perdió un récord de 2,000 puntos; los precios del petróleo vivieron un desplome no visto desde Guerra del Golfo; el peso cruzó durante unas horas el umbral de las 21 unidades por dólar; y la Bolsa Mexicana de Valores cedió un 6,42%, en su peor sesión desde octubre de 2008.

Estos récords negativos se repitieron por todas partes. Al margen de que es posible que este martes se viva un rebote al alza, como reacción de inversionistas que busquen pescar en río revuelto, parece que el pánico se ha instalado en los mercados. ¿Cómo se ha llegado a esta situación? Aquí te explicamos las tres razones principales.

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1. Todo lo que sube...

...Tarde o temprano, tiene que caer. La economía y los mercados son cíclicos. Aunque a los políticos les guste considerar los periodos de subidas como un triunfo personal, lo cierto es que suelen responder a circunstancias 'naturales'. Poco después de la crisis de 2008, las Bolsas comenzaron un periodo alcista que dura ya una década, uno de los momentos de bonanza más largos de la historia. Tanto Wall Street como la Bolsa Mexicana de Valores como los mercados de otras partes del mundo han logrado repetidos máximos históricos.

El dinero de los inversionistas fluyó en este tiempo hacia la llamada renta variable, los títulos de empresas que cotizan en las bolsas. Las razones: un sólido y (relativamente) tranquilo y consistente crecimiento económico, liderado por Estados Unidos; una política monetaria laxa, como resultado de los estímulos a los mercados tras la crisis de 2008, con tasas de interés en mínimos históricos, lo que hizo a las acciones más atractivas que una renta fija que entregaba rendimientos muy bajos; y recortes a los impuestos a las empresas, como los aplicados por Trump en Estados Unidos, que les permitió lograr buenos resultados en sus presentaciones trimestrales.

Lee también: El miedo en Wall Street se dispara a niveles de más de una década

Pero todo tiene un límite. La economía no puede crecer para siempre, y los títulos bursátiles de las empresas tampoco. Llega un momento en que están demasiado caros para interesar a los inversionistas, y cuando eso ocurre, empiezan a vender para recoger las ganancias y encontrar nuevas oportunidades de inversión.

El mercado vive siempre en una profecía autocumplida: cuando cree que todo irá bien, así ocurre, porque los inversionistas compran y las Bolsas suben; pero cuando anticipan una crisis o una recesión, comienzan a vender y los precios caen. Sólo necesitan un motivo. Y ahora, después de meses donde los expertos venían anticipando que el rally alcista estaba llegando a su fin, han encontrado dos motivos.

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2. El impacto del coronavirus

El saldo se cerró ayer en 3,996 muertos (más de 3,000 en China). 113,682 casos confirmados en decenas de países. Estas cifras crecen cada día. Pero lo que asusta a los mercados no son los enfermos, ni la rapidez con la que se ha extendido la epidemia, sino las consecuencias económicas: centenares de vuelos cancelados, freno al turismo mundial, menor consumo de productos asiáticos, adiós a numerosos eventos masivos... Y sobre todo, unas cadenas de suministro bien engrasadas que de pronto se están viendo congeladas. Hay cientos de plantas frenadas en todo China y el Sureste Asiático, el corazón manufacturero del mundo.

Eso puede afectar —y ya está afectando— a numerosas industrias. Un ejemplo en México es la automotriz, que depende en buena medida de autopartes procedentes de China. Hay un daño colateral más grave, que destaca Credit Suisse en un análisis: "La expansión del coronavirus y el 'shock' que las medidas de prevención están introduciendo en la actividad de la manufactura y los servicios llevarán a una oleada global de impagos". Las empresas y, finalmente, el sistema financiero pueden sufrir las consecuencias. Sobre todo, en el caso de que los bancos centrales reduzcan súbitamente las tasas, generando una compra masiva de bonos (que suben sus precios en sentido contrario al de las tasas), generando un problema de liquidez en el caso de que el colapso de la manufactura diera lugar a una crisis masiva de impagos.

Lee: La Bolsa sufre por el coronavirus... pero es momento de comprar acciones y oro

Todo esto es lo que preocupa a los mercados, que están reaccionando ante la posibilidad de una recesión económica mundial. O, como mínimo, de una ralentización que ya se está produciendo.

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3. La guerra petrolera

Por si esto fuera poco, a los gigantes petroleros les ha dado por pelearse. No podían haber elegido un peor momento, como señala este artículo de Bloomberg.

Hace tiempo que Rusia y Arabia Saudita se odian en el mercado petrolero, pero últimamente se habían convertido en 'frenemies', o ‘enemigos íntimos’. En la llamada OPEP+ —formada por la Organización de Países Exportadores de Petróleo, Rusia y otros productores aliados—, habían acordado poner límites a la producción de crudo para, reduciendo la oferta, impulsar unos precios que a todos les convenía tener altos, y que estaban tendiendo a la baja. Pero el coronavirus redujo aún más una demanda ya débil, y entonces Arabia Saudita propuso nuevos recortes a la producción, y Rusia se opuso, pues no quería perjudicar a sus petroleras estatales.

Ahí estalló la situación. Básicamente, han dicho: 'Ahora verás'. Para perjudicar a Rusia, Arabia Saudita anunció que elevará su producción de petróleo, para inundar unos mercados que no están queriendo comprarlo a ese nivel, y así hundir los precios. Y para perjudicar a Arabia Saudita, Rusia ha dicho que hará lo mismo. Se trata de ver quién es más rudo y quién resistirá más.

Mientras tanto, los precios del petróleo ya se han desplomado, con Pemex y México como víctimas colaterales. Aunque México tiene compradas coberturas financieras para el precio de 49 dólares por barril de petróleo establecido en su presupuesto de ingresos, ejercerlo antes de fin de año depende de la liquidez de los mercados globales y de la credibilidad del gobierno mexicano. Esta situación ha causado que los inversionistas, que ya estaban en un momento sensible, opten de forma masiva por recoger ganancias y migrar hacia opciones más seguras para su dinero.

¿Y ahora qué ocurrirá?

Si lo supiéramos, seríamos millonarios y no periodistas. Los gobiernos han comenzado a reaccionar. La Reserva Federal de Estados Unidos anunció un incremento de 50,000 millones de dólares en los montos que cada día inyecta a mercados financieros, y Trump analiza otras medidas que, en año electoral, amortigüen el impacto.

La realidad es que, en los mercados, es posible hacer predicciones, pero nadie tiene una bola de cristal que nunca se equivoque. Lo que es posible es hacer un análisis de escenarios.

Un escenario probable es que la guerra petrolera termine por resolverse en un acuerdo entre las partes, lo que solucionaría uno de los aspectos de la ecuación. Dada la virulencia de la relación entre Rusia y Arabia Saudí, parece que esa solución no será inmediata, y en gran medida el daño ya está hecho.

Otra definición de escenarios depende del hallazgo de la cura del coronavirus y de la clarificación de su tasa de mortandad. Sabemos poco de la enfermedad aún.

Finalmente, la solución al tipo de aterrizaje que tendrá el ciclo alcista dependerá de la habilidad de los bancos centrales para responder a la crisis desatada desde el lunes 9, en un contexto de mayores colchones de reservas en todo el sistema global que los que había en la crisis de 2008 y 2009. Una revisión al comportamiento del índice S&P muestra que la caída está aún muy lejos de los niveles de una recesión, y al cierre de ayer todo el mundo esperaba un rebote para lo que queda de semana. Comienzan tiempos interesantes.

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