El boom de salir a Bolsa a través de estos instrumentos es desconocido para el mercado bursátil mexicano, donde al parecer fue llamarada de petate.
En 2017, cuando los SPAC iniciaron en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), la expectativa era alta debido a que tan pronto se ofertó el vehículo, se lanzó al mercado el primer SPAC. Este instrumento fue utilizado para que Vista Oil & Gas debutara y logró recaudar un tercio más del monto original que ascendía a 500 millones de dólares. La fórmula se repitió un año después con Promecap Acquisition Company aunque recaudando un monto menor: 300 millones de dólares.
“A través de este instrumento de inversión, más empresas podrán acceder a la Bolsa Mexicana de Valores”, pronosticaba la consultora Deloitte en un estudio. Sin embargo, desde 2019, las luces de los SPAC se apagaron en México y no se ha observado otro debut -sólo la salida de Grupo Acosta Verde a través del de Promecap, la empresa de cheque en blanco (como también se les conoce) del empresario Fernando Chico Pardo-.
De hecho, algunas firmas mexicanas mejor han optado por lanzar sus SPACs en Estados Unidos, donde estos instrumentos ya existían desde los 90s pero resurgieron bajo el estandarte ‘antiestablishment’ que portaban firmas tecnológicas que no querían seguir el camino tradicional y lleno de intermediarios financieros de una Oferta Pública Inicial.
En los últimos dos años, al menos tres firmas con base en México prefirieron aprovechar este boom estadounidense y debutaron en el Nasdaq, en lugar de la BMV o de la Bolsa Institucional de Valores (BIVA). Tal fue el caso de Betterware México, DD3 Acquisition II -un SPAC lanzado por la misma firma que sacó al mercado a Betterware México- y LIV Capital, la cual incluso ha mencionado que hará un doble lanzamiento en Nasdaq y en BIVA.