En los últimos 12 meses (hasta el tercer trimestre de 2025), las inversiones en capital de las grandes empresas tecnológicas acumuló 371,300 millones de dólares, lo cual se tradujo en apuestas agresivas sobre las expectativas de retornos. Algunos se están materializando en ingresos, sobre todo por parte del proveedor de infraestructura crítica, NVIDIA. Esta empresa pasó de tener ingresos de 8,000 mdd en enero de 2022, a facturar 57,000 mdd en septiembre de 2025.
Pero los temores de una burbuja ensombrecen las expectativas de los inversionistas hacia 2026 y los siguientes años. Los expertos advierten que se trata de una tecnología tan importante como la llegada del internet, con jugadores clave que tienen ventas orgánicas, amplio flujo de caja y gran capacidad financiera.
Las inversiones en capital continuarán en 2026
En un análisis prospectivo, Vanguard proyecta que la IA será un motor económico significativo en 2026, impulsando un ciclo de inversión en capital (CapEx) sin precedentes en décadas. Según su análisis, el aumento en gasto de capital ligado a IA —equipos, centros de datos, energía y automatización— ya eleva la contribución de la inversión no residencial al crecimiento del PIB estadounidense “a alrededor de 1.2 % del PIB, casi tres veces el promedio histórico”.
En este sentido, Joe Davis, economista en jefe de la firma global, explicó que la inversión ligada a IA puede crear sorpresas al alza en crecimiento (sobre todo en EU y China), pero resaltó que eso no garantiza rendimientos equivalentes en bolsa porque las valuaciones ya incorporan expectativas muy altas.
Es decir, los mercados ya están descontando gran parte de ese futuro en las valuaciones actuales, especialmente en acciones de megacapitalización tecnológica, dejando menos espacio para ganancias adicionales.
Roger Aliaga-Díaz, Chief Economist para las Américas de Vanguard, mencionó que ya tuvo lugar un “mini-boom” de inversión impulsado por IA y que será una fuerza clave detrás del crecimiento en 2026.
Pero estima que el ciclo de inversión apenas va a la mitad de su recorrido si se compara con otros grandes episodios de adopción tecnológica, lo que sugiere que aún queda gasto de capital por desplegar. No obstante, hoy la inversión sigue concentrada en tecnología y software, y el verdadero cambio estructural —advirtió— llegará cuando ese gasto se extienda a infraestructura física como energía, manufactura eléctrica y cadenas productivas más amplias.
Enrique López Navarro, Quantitative Analyst de Actinver, explicó que la irrupción de la IA desde finales de 2022 detonó un nuevo ciclo de inversión en Capex sin precedentes, que ya se refleja en los mercados.
Detalló que la primera fase estuvo dominada por la democratización del acceso a la IA —con el ChatGPT como catalizador— y por una apuesta agresiva de las grandes tecnológicas para asegurar capacidad de cómputo, particularmente en semiconductores, donde Nvidia emergió como el principal beneficiario.
Esta etapa impulsó con fuerza al S&P 500 y al sector tecnológico, aunque aclaró que el rally no fue indiscriminado, sino altamente concentrado. De hecho, este índice creció más de 23% en 2024 y acumula un crecimiento de 15.5% en lo que va de 2025, pero el rendimiento acumulado de este año para las 7 empresas de megacapitalización, medidas por el Roundhill Magnificent Seven ETF (MAGS), es de 22.45%.
El analista de Actinver coincide en que el ciclo de inversión no se ha agotado, sino que está avanzando por fases sucesivas. Tras asegurar chips y servidores, la inversión se desplazó hacia infraestructura de nube y centros de datos, y más recientemente hacia un tercer cuello de botella, la energía.
La necesidad de electricidad continua y estable ha abierto oportunidades en utilities, generación y redes, incorporando a nuevos ganadores menos visibles para el mercado. En este contexto, subrayó que la IA también acelera la obsolescencia tecnológica, obligando a las empresas a reinvertir de manera recurrente para no quedar rezagadas, lo que refuerza la naturaleza cíclica —y prolongada— del Capex en infraestructura. Y es que cabe resaltar que la infraestructura crítica, como chips, servidores, GPU’s y redes informáticas tienen una obsolescencia de entre tres y cinco años, por lo cual las inversiones en Capex seguirán.
2026, un año de mayor selectividad y exigencia de utilidades
Enrique Covarrubias, economista en jefe de Actinver, sostuvo que la IA sigue siendo un eje central de inversión para 2026, pero advirtió que el entorno ya no favorece apuestas amplias o indiscriminadas.
Explicó que el ciclo entra en una fase de transición, en la que los retornos dependerán cada vez más de fundamentales, ejecución y rentabilidad, y no solo de expectativas. Por lo cual invertir en IA sigue teniendo sentido, pero únicamente en compañías capaces de defender valuaciones y mostrar que el Capex se traduce en productividad y crecimiento real de utilidades.
Enrique López profundizó en que el fuerte rally tecnológico estuvo respaldado por inversiones reales —centros de datos, chips, nube y energía— y por balances sólidos que permitieron financiar ese Capex principalmente con flujo de caja, no con deuda excesiva.
Sin embargo, advirtió que ese colchón no es infinito y conforme avance el ciclo, algunas empresas tendrán que salir al mercado a financiarse, y ahí es donde el escrutinio sobre valuaciones será más severo. Por ello, recomendó privilegiar empresas con retornos claros sobre la inversión, ventajas de escala y posiciones críticas dentro de la cadena de valor de la IA.