E: ¿Por qué no se ha logrado profesionalizar esta industria?
JN: Es una situación que compete tanto a marcas como a influencers. Por un lado, las empresas tendrían que valorar el trabajo de estos líderes digitales, incluirlos en sus estrategias de marketing y, lo más importante, invertir en esto. Mientras que los influencers deben apostar por la veracidad, hay casos de personas que tienen cuentas con más de la mitad de seguidores falsos, todo por hacer negocio, esto debe cambiar. Se trata de que cada una de las partes se lo tome en serio. Y, así como funciona en cualquier otro intercambio comercial, poner contratos donde las repercusiones sean para ambos, en caso de faltar a los lineamientos.
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E: ¿Los cambios tecnológicos podrían modificar la relación de los influencers con los usuarios?
JN: Se trata de la evolución natural del mercado, que si bien podría modificar el modelo de negocio de los influencers, ayuda a mejorar la interacción con los consumidores. Por ejemplo, la noticia de que Instagram va a eliminar los likes de fotos y videos podría arruinar los contratos con las marcas, pero esto los obliga a generar contenido de mayor calidad, pues ahora su impacto no se va a medir en el número de corazones que obtiene una publicación, sino en qué tan funcional se vuelve lo que difunden para los usuarios. Habrá un cambio, pero, al final, los consumidores son los que mandan y con likes o sin likes, ellos deciden a quién darle su voto de confianza.