Con la firme idea de dar un giro, M´balia decidió construir 12 brazos de negocio, ya que se define como una mujer estudiosa de la biblia. “A partir de las 12 tribus y de la repetición del número, comprendí que 12 era el número ideal para que entre pequeños y grandes negocios se conformará una vida muy contributiva y de mucha realización personal”, detalla.
El primero de ellos es la Churrería Porfirio. Este negocio nació porque uno de sus sueños era tener un lugar en Vancouver, Canadá, donde pudiera ofrecer churros, flautas y buñuelos para crear una experiencia única y reconfortante. Aunque la migración no se concretó, Marichal imaginó llevar esta idea a una zona concurrida. Con el frío de diciembre en mente, el sueño de un happy spot o lugar feliz se materializó.
La elección de la franquicia Churrería Porfirio se basó también en la accesibilidad económica y la practicidad que el negocio ofrecía. La inversión inicial fue de 300,000 pesos.
El monto se triplicó a medida que Marichal buscaba personalizar y mejorar la experiencia del cliente, desde duplicar el equipo de cocina hasta ajustar la arquitectura del local e incluir en el baño un bote de basura electrónico que aromatiza el espacio cada 10 segundos.
M´balia revela que la elección del lugar para la churrería fue una combinación de intuición, conocimiento personal y oportunidad inesperada. Con una conexión arraigada a Plaza Las Águilas en la Ciudad de México, ella siempre supo que era un sitio con un tráfico significativo y una versatilidad única, aunque con pocos locales disponibles.
En un inicio buscó incansablemente en diversas ubicaciones, desde el sur hasta Satélite, y ninguna opción parecía concretarse. “La intención era establecer una isla de churros en una plaza, pero los obstáculos parecían inquebrantables e incluso el proyecto se puso en pausa tres años por la pandemia”, cuenta.
La suerte cambió este año cuando M´balia supo que una marca de bikinis terminaba su contrato en Plaza Las Águilas. Ante esta oportunidad, no dudó en tomar acción. La colaboración de su equipo de trabajo fue fundamental durante los 60 días en los que se llevó a cabo todo el proceso porque ella estaba en medio de la gira de los 30 años de OV7, en Estados Unidos.
La churrería abrió el pasado 10 de diciembre y en tan solo 12 días superó los 1,000 tickets de venta. El ticket promedio es de 118 pesos por persona y en promedio el 85% de los clientes acompañan sus churros con un chocolate o café. Pero el menú se extiende a desayunos y una variedad de bebidas.
En ocasiones, al llegar a la caja, M´balia se encuentra cara a cara con aquellos que, quizás, no esperaban ver a una artista conocida azucarando churros. Su alegría y entusiasmo son evidentes, y su participación en la preparación de los alimentos, incluyendo la elaboración de buñuelos, muestra su dedicación al arte de la churrería.
La influencia de su madre en su enfoque operativo es clara. La lección de saber hacer las cosas antes de dirigirlas resuena profundamente en su visión empresarial, lo que le permite no solo dirigir el negocio, sino también conectar de manera significativa con sus clientes y empleados.
M´balia espera un retorno de inversión en 18 meses. Sin embargo, admite que es ambiciosa con un gusto particular por romper la estadística, así que su meta es recuperar lo invertido en menos de un año.