Las preocupaciones se hicieron eco dentro de la Casa Blanca.
“Nos estamos disparando en el pie”, dijo un funcionario de la Casa Blanca.
Los demócratas de la Cámara de Representantes se habían estado convenciendo lentamente con el nuevo acuerdo comercial y algunos funcionarios del gobierno creyeron que el acuerdo podría ganar el paso hacia el final del verano. Ahora, la amenaza arancelaria está complicando los esfuerzos del gobierno ya de por sí difíciles para lograr la aprobación del USMCA, y varios funcionarios del gobierno ahora ponen en duda las perspectivas de ratificación a corto plazo.
Y la amenaza arancelaria de Trump aterrizó en la Ciudad de México sin previo aviso, el mismo día que el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador envió al USMCA al Senado mexicano para su aprobación. A partir del viernes por la mañana, Trump y López Obrador aún no habían hablado directamente.
Mulvaney, el jefe de personal de la Casa Blanca, descartó la idea de que la acción de Trump pondría en peligro el paso del USMCA.
“Los dos no están absolutamente vinculados”, dijo Mulvaney. “Estos no son aranceles como parte de una disputa comercial. Son aranceles como parte de un problema de inmigración”.
Aun cuando la Casa Blanca trabajó para evaluar las consecuencias de la decisión de Trump el viernes, algunos funcionarios señalaron que Trump podría, en última instancia, retrasar la imposición de los aranceles.
Un alto funcionario del gobierno dijo que si bien Trump es “muy sincero” con respecto a su amenaza, todavía hay un “camino” para que Trump se abstenga de imponerlos.
“El camino para no ponerlos es si México se esfuerza por reducir la inmigración ilegal en la frontera”, dijo el funcionario, señalando que lo que implica ese camino era dejado “intencionalmente” ambiguo, lo que le da al presidente un “amplio espacio” de acciones de México que podría considerar satisfactorias.