Contreras opina que la existencia de esos distintos pensamientos bajo la misma etiqueta se debe a la fortaleza del movimiento. "El peronismo es una oportunidad política, es el lugar que tiene peso político, que puede ofrecer la gestión del gobierno, la posibilidad de potenciar los intereses propios", asegura. Dicho de otra forma, un caballo ganador.
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La clave de la resistencia del peronismo "está en su capacidad de entender, procesar y representar, la complejidad, ambigüedad y contradicción de la sociedad argentina", afirma Fraga.
"Su capacidad de adaptación le permite mostrarse siempre como una opción de poder", abunda Contreras.
Así, durante el gobierno del peronista Carlos Menem en los noventa, se llevaron a cabo políticas a favor del libre mercado, con privatizaciones de compañías nacionales, porque el presidente supo interpretar los cambios que deseaba la sociedad tras el fracaso de las empresas públicas y la hiperinflación en el periodo del radical Raúl Alfonsín, explica Fraga.
El peronismo también encontró una respuesta cuando fracasó ese modelo a comienzos del siglo XXI. "La gente pasaba a pedir más Estado y en lo internacional no estaba tan claro que la economía de mercado fuera la única alternativa. Es entonces cuando (Néstor) Kirchner interpreta este cambio y gira hacia el centro-izquierda, asume un modelo intervencionista y adopta formas populistas", añade Fraga.
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