El movimiento prodemocracia en Hong Kong entra en una etapa de introspección

Los manifestantes se han esforzado en pedir disculpas después de los incidentes durante las protestas de esta semana en el aeropuerto.
Las protestas comenzaron a principios de junio por un proyecto de ley que habría permitido la extradición a la China continental.

HONG KONG (CNN)- Los manifestantes de Hong Kong quieren que todos sepan que lo lamentan.

Tras los

, en donde los manifestantes golpearon y retuvieron por varias horas a un hombre al que acusaron de ser un agente de Policía encubierto, el movimiento de protesta, mayormente acéfalo, se ha sumergido en la introspección.

Pequeños grupos de manifestantes se congregaron en el aeropuerto nuevamente el miércoles pese a que existe una orden judicial que prohíbe las manifestaciones en el lugar. Llevaban carteles en los que se leía: "Estimados turistas: Sentimos profundamente lo que pasó ayer. Estamos desesperados y tomamos decisiones imperfectas. Por favor, acepten nuestras disculpas".

En un comunicado de un grupo que afirma que representa a los manifestantes, que se envió a los periodistas por correo electrónico, se hace énfasis en los días de manifestaciones pacíficas en el aeropuerto y se aclara que la violencia del martes fue una aberración desafortunada.

"Tenemos miedo, estamos furiosos y exhaustos", se lee en el comunicado. "Algunos de nosotros se agitan fácilmente y exageraron anoche. Por esto, nos sentimos dolidos y desesperanzados y queremos ofrecer nuestras más sinceras disculpas".

El movimiento de protesta comenzó con manifestaciones masivas mayormente pacíficas a las que asistieron cientos de miles de personas que exigieron el retiro de un proyecto de ley de extradición, mismo que se suspendió. Sin embargo, como se han ignorado las demandas del movimiento, la violencia de ambas partes se ha intensificado y ha crecido la desconfianza, cosa que llegó a un nivel totalmente nuevo el fin de semana, cuando se captó en video a unos policías vestidos de manifestantes participando en arrestos. Empezaron a circular acusaciones infundadas de que eran agentes provocadores que cometían los hechos más violentos.

Tal vez era inevitable que la paranoia creciente se transformara en algo peor, como ocurrió el martes en el aeropuerto: la muchedumbre atrapó a un hombre chino de 23 años, de apellido Xu, y lo acusó de ser un policía encubierto.

A veces, parecía que la violencia se saldría de control porque la multitud seguía atacando al hombre detenido aunque parecía que estaba inconsciente y estaba recibiendo atención de los paramédicos.

También capturaron y agredieron a otro hombre chino, que más tarde se confirmó que era reportero de un periódico oficialista chino; los paramédicos lo sacaron del aeropuerto más tarde.

Cuando algunos manifestantes intentaron razonar con quienes estaban decididos a retener a Xu, arremetieron con ellos a gritos y no les quedó más remedio que llorar de miedo y frustración. El incidente demostró que existe una brecha creciente en el movimiento entre quienes respaldan la acción radical y el uso de la violencia y quienes desean seguir protestando pacíficamente. También enfatizó el problema clave de las protestas acéfalas: Cuando nadie tiene el mando, el que grita más fuerte es el que se sale con la suya.

¿Cómo fue que las protestas en el aeropuerto se volvieron violentas?

El martes, cuando las autoridades aeroportuarias anunciaron que se habían cancelado todos los vuelos de salida

, reinó el júbilo entre los miles de manifestantes congregados en el lugar.

A diferencia de los manifestantes que se habían congregado en el aeropuerto el fin de semana —cuando se consideraba que era un lugar pacífico y seguro para protestar, lejos de los gases lacrimógenos y las bombas molotov cada vez más comunes en los enfrentamientos callejeros—, la multitud del martes era más joven y más radical; la mayoría portaba máscaras y equipo de protección diverso. También se mostraron más paranoicos e irracionales, prestos a la ira y a agredirse entre sí, al personal de seguridad del aeropuerto y a los reporteros mientras la situación con Xu —el hombre detenido— empeoraba a cada minuto.

Abordaron a Xu alrededor de las 6:45 de la tarde y lo acusaron de ser un policía encubierto. No se sabe a ciencia cierta qué despertó la suspicacia de la muchedumbre; hay varios relatos sin confirmar, pero la situación empeoró rápidamente y los manifestantes se aglomeraron en el lugar. Algunos golpearon y patearon a Xu mientras el personal de seguridad del aeropuerto intentaba intervenir.

James Griffiths, de CNN, quien estuvo presente en el lugar, tuiteó: "No estoy seguro de haber tuiteado anoche porque había mala señal. Un video horripilante de un paramédico tratando de mover al hombre detenido, que estaba inconsciente, mientras los manifestantes intentaban volver a agarrarlo".

A lo largo de las siguientes cuatro horas, estos guardias de seguridad —con el apoyo de dos o tres manifestantes y un paramédico y con la ayuda ocasional de los periodistas extranjeros— intentaron convencer a la muchedumbre de soltar a Xu porque la situación estaba empeorando. El lugar en el que lo retuvieron al principio estaba muy caliente y sofocante y, como estaba rodeado de una multitud agitada, colapsó. Un paramédico llegó a darle oxígeno, pero Xu perdía y recuperaba la consciencia y sus protectores negociaban con la muchedumbre que los dejaran llevarlo a la terminar principal. Ahí se quedó durante más de una hora, inconsciente, tendido en un carrito portaequipaje. Algunos manifestantes, que no podían verlo, difundieron fotos de su rostro amoratado que se habían publicado en las redes y se reían de su predicamento. No se aportaron pruebas definitivas de que fuera policía, fuera de una búsqueda de Google en la que se encontró un agente de Policía en Shenzhen con el mismo nombre.

"Una (¡una!) manifestante intenta ayudar a los paramédicos a llevar una camilla hasta el hombre. La multitud le grita, pero hasta ahora, está resistiendo lo mejor que puede", tuiteó Griffiths. "Este era un movimiento famoso por haber abierto paso a una ambulancia entre miles de personas y que ahora impide que pase una camilla mientras un puñado de personas más razonables trata, llorando, de razonar con ellos".

Aunque en la terminal el consenso era retenerlo (nadie sabía a ciencia cierta para qué), el debate en las redes era mucho más vigoroso. Muchos señalaban lo mal que se veía que impidieran que los paramédicos evacuaran a la víctima y ponían los tuits de los reporteros que estaban en el aeropuerto como ejemplo de cómo se estaba recibiendo el incidente en el extranjero. Otros adoptaron una postura más extrema que la de quienes estaban en el lugar y publicaron insinuaciones de que habría que marcar a los infiltrados de alguna forma para poder identificarlos más adelante.

"El pueblo de Hong Kong está en un momento muy peligroso; algunas de las cosas que ves pueden parecer una locura, pero no tenemos opción", dijo Max, un manifestante de 35 años que estaba en el aeropuerto, a CNN. "Es como la guerra, estamos peleando por nuestro futuro".

Una manifestante, que se negó a dar su nombre, dijo entre lágrimas, luego de que la muchedumbre sofocara a gritos los intentos por liberar a Xu, que "todo esto es muy estúpido y loco. Es un desastre".

La reacción a la violencia

La llegada de cinco vehículos de la Policía, alrededor de las 10:45 de la noche, permitió la evacuación de Xu.

Un guardia de seguridad de 60 años, que había estado acompañando a Xu a lo largo del enfrentamiento para intentar impedir que siguieran lastimándolo, se derrumbó una vez que metieron a Xu a la ambulancia, abrumado por el alivio y la emoción.

"Los momentos más surrealistas han sido cuando la gente (al ver el chaleco de prensa) viene a 'explicarme' cosas que es evidente que leyeron en Telegram; afirman, sin pruebas, que el hombre es 100% un policía porque alguien lo buscó en Google, que tenía armas (este era otro tipo) o que fingía desmayarse", tuiteó Griffiths. "La llegada de la Policía permitió que los paramédicos se metieran entre la multitud y salieran a una ambulancia que los esperaba. Un guardia de seguridad de 60 años, que había estado tratando de ayudar al hombre a salir desde hacía horas, me abrazó, con lágrimas de alivio en los ojos".

Luego, los manifestantes se enfrentaron con la Policía, atacaron sus vehículos y arremetieron contra los agentes con carritos portaequipaje. La multitud arrinconó a un agente y lo atacó; el agente desenfundó su arma y la apuntó a los manifestantes; otros agentes llegaron en su ayuda.

Casi de inmediato, se desató el caos adentro porque acusaron a otro hombre de actuar sospechosamente. Resultó ser un reportero del Global Times, un periódico sensacionalista nacionalista chino, a quien agredieron y ataron a un carrito portaequipaje; los paramédicos también lograran evacuarlo más tarde.

En muchos sentidos, la violencia del martes fue parecida a la invasión del centro legislativo de la ciudad, el 1 de julio. En esa ocasión, los moderados también intentaron intervenir, pero la muchedumbre iracunda los ignoró y, finalmente, irrumpieron en el edificio, lo vandalizaron, hicieron pintas en la cámara principal e izaron una bandera de la era colonial.

Después de ese incidente, que

, a muchos de los participantes en el movimiento les preocupó perder el apoyo de los moderados. Sin embargo, el apoyo continuó y muchas personas señalaron que no había habido heridos.

Es probable que los detractores hayan subestimado el desdén de muchos hongkoneses por la legislatura y su indiferencia ante el ataque a un símbolo del gobierno local.

Es probable que las cosas sean diferentes con los acontecimientos del martes. Pese a lo que argumentan algunos manifestantes, no se ha confirmado que Xu sea miembro de las fuerzas del orden y, aunque lo fuera, era un hombre contra miles. El trato que recibió provocó desconcierto y rechazo entre muchos internautas e incluso entre los partidarios del movimiento. Para quienes intentaban pintar a los manifestantes en Hong Kong como una sarta de radicales clamorosos, las imágenes del martes fueron un regalo.

¿Qué pasará después?

El jueves, con la calma prácticamente restaurada en el aeropuerto y la ciudad en una especie de sopor, el movimiento de protesta está buscando la forma de controlar sus peores impulsos y de conservar la flexibilidad y el ingenio de sus orígenes acéfalos.

Este proceso comenzó antes de que la turba hiciera justicia por mano propia el martes. En una carta que envió desde prisión y que se ha difundido ampliamente, Edward Leung, un icónico activista proindependencia al que encarcelaron por su participación en las protestas de 2016, urgió a la gente a reflexionar sobre los diversos actos que les ayudaron a lograr sus objetivos.

"Desde luego, es cierto que la justicia no ha llegado y tal vez por eso sus corazones están llenos de ira",

. "Es la naturaleza humana. Pero los exhorto a no dejarse controlar por el odio. En un momento de calamidad, siempre deben pensar racionalmente".

En un

en Telegram y LIHKG, un foro en línea popular entre los manifestantes, se hizo eco de las palabras de Leung y del exhorto a reflexionar profundamente sobre los hechos violentos del martes: "Debemos reconocer que los actos de anoche en el aeropuerto internacional de Hong Kong fueron demasiado impulsivos. Hemos decidido enfrentar valientemente nuestros propios defectos. Ofrecemos disculpas sinceras a los ciudadanos que siempre nos han apoyado".

En

se detalla un código de conducta para las protestas, con propuestas como "proteger y colaborar completamente con el personal de los servicios de emergencia" y "si sospechas que has descubierto a un infiltrado, no ataques así nada más".

Los grupos demócratas tradicionales también han tomado medidas para recuperar el control del impulso, si no es que del movimiento.

Las protestas prodemocracia tradicionalmente atraen a gente de varios estratos de la sociedad hongkonesa. Muchas personas subrayan que es posible respaldar al movimiento de protesta actual y estar en contra de los actos de una minoría violenta.

Una de las principales pruebas a las que se enfrentará este apoyo tendrá lugar el domingo. El Frente por los Derechos Humanos y Civiles, que organizó dos mítines antigobierno masivos en junio, en los que se afirma que participaron dos millones de personas, llamó a una marcha cuyo lema será "los manifestantes pacíficos, racionales y no violentos destacan".

Está por verse si estos esfuerzos rinden frutos. Los intentos previos de recuperar la calma se han perdido entre los gases lacrimógenos y las tácticas agresivas de la Policía; a muchos manifestantes también les enfurece y les indigna que el gobierno no haya reaccionado a las manifestaciones masivas pacíficas y creen que la violencia es la única forma de incrementar la presión.

Esa furia y esa frustración han llevado a que algunos manifestantes, mayormente jóvenes, adopten una postura nihilista y amargada. Esto quedó patente el martes en las respuestas de algunos de los manifestantes a las inquietudes sobre la integridad de Xu, quien yacía inconsciente en un carrito portaequipaje mientras los manifestantes afirmaban que "estaba fingiendo".

¿Qué pasará si se muere? "¿A quién le importa?", dijo uno de los manifestantes, quien por el caos no dijo su nombre.

¿Qué crees que pasará si de verdad es policía y se muere porque no dejaron que entraran los paramédicos? "Pues cerrarán Hong Kong. ¡Qué bueno! ¡Estamos listos, eso es lo que queremos!".

El artículo anterior se basa en varias horas de trabajo periodístico en el aeropuerto de Hong Kong durante la detención de Xu y en entrevistas con participantes y transeúntes.