MONTEVIDEO, Uruguay- Los días calurosos de la primavera austral agobian a los montevideanos en el momento más candente de la elección presidencial: la recta final de la contienda, el cierre de campañas, las horas de reflexión previas a la apertura de urnas y la mala noticia para el gobierno del Frente Amplio (FA), de centroizquierda, el pronóstico de las firmas encuestadoras que dan hasta ocho puntos de ventaja al opositor Luis Lacalle Pou, candidato de una alianza que incluye a los tradicionales partidos uruguayos, el Nacional y el Colorado.
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El ánimo de los frenteamplistas, pese a todo, no decae. En la céntrica plaza Cagancha, un par de militantes seguía repartiendo propaganda impresa este viernes 22 y de vez en cuando alguien tomaba la hoja volante y le echaba un vistazo; muy pocos detenían el paso para hacer preguntas o dialogar. A cuatro calles de ahí, en un local partidista de barrio, otros miembros de base y el diputado Alejandro Zavala, tampoco han bajado los brazos, pero saben que será difícil remontar las previsiones para el domingo 24 y ya están asimilando la derrota.
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“Vamos a pasar de una etapa de construcción de las políticas públicas a una etapa de resistencia; y en el campo de batalla estarán las organizaciones sociales”, dice sin mostrar enojo el diputado Zavala, informalmente vestido con una playera gris y unos pantalones de mezclilla.
El FA logró llegar al poder en 2005 con su método de alianza partidista multideológica, enfrentando viejas hegemonías políticas. Los frenteamplistas se extienden en un abanico donde conviven comunistas, demócrata cristianos, socialistas y liberales. Tabaré Vázquez, un oncólogo de 79 años que ganó notoriedad al ser electo alcalde de Montevideo en 1990, fue el primer presidente socialista uruguayo en la era posdictadura (1973-1985). Le sucedió el ex guerrillero José Mujica de 2010 a 2015 y retornó para un segundo mandato que expira el 1 de marzo de 2020.
Una economía a la baja
Vázquez deja una economía de bajo crecimiento, ascendente desempleo, sobre todo entre los jóvenes, una gruesa burocracia y un gasto de las reservas en dólares para contener la depreciación del peso uruguayo, que este año pasó de 30 a cerca de 37 pesos, contaminado por la crisis económica argentina .
El FA ha perdido 200,000 votantes entre las presidenciales de 2005 y las primarias de octubre pasado. El economista Javier de Haedo, consultor en macroeconomía y políticas públicas, dice que hay un divorcio entre las expectativas económicas recientes y la realidad, y destaca que este distanciamiento puede estar repercutiendo en la decisión de los electores.
“Los gobiernos del Frente fueron empeorando. La primera administración de Vázquez fue buena. Hubo reforma impositiva, del sistema de salud e informatización de las escuelas... El gobierno de Mujica fue un desastre, como es él mismo. Y en su segunda oportunidad, el gobierno de Vázquez fue de absoluta inacción”, dijo en una entrevista para Expansión.
Vázquez tomó el poder en un momento de recuperación de la economía, tres años después de la crisis de 2002, secuela de la crisis argentina de 2001, la del “corralito” , que implicó la congelación de operaciones bancarias. Los salarios de los burócratas aumentaron por encima de la inflación y el salario real se robusteció (al mismo tiempo que disminuyó el índice de productividad económica). La inflación este año es de 8 por ciento y el déficit fiscal es de 5%.
La accidentada relación comercial con México
En la salida de la crisis del decenio pasado, México apareció sorpresivamente como un soporte, cuando los presidentes Vicente Fox y Jorge Batlle negociaron y firmaron un Tratado de Libre Comercio al margen del Mercado Común del Sur (Mercosur), en 2004.
No contaron con que los dos grandes socios del Mercosur, Brasil y Argentina, mantuvieran un régimen de tarifas dentro del bloque, frustrando la posibilidad de que México se beneficiara del acuerdo bilateral para liberar el acceso al bloque de sus mercancías (automotores, autopartes, aparatos electrónicos, herramientas, bebidas alcohólicas), desde Uruguay. México compra principalmente lácteos, carne y arroz.
El valor del comercio bilateral, según cifras de la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), pasó de 94 millones de dólares en 2002 a 416 millones en 2018, con su máximo histórico de 511 millones en 2014. El comercio con Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay, Venezuela y Uruguay) alcanzó su pico en 2013, pero ha descendido año con año.
El estancamiento en la relación comercial de México con el Mercosur, a partir de 2013, está relacionado con la propia crisis del bloque. Un especialista en comercio internacional, Ignacio Bartesaghi, de la Universidad Católica, sostiene en sus reportes periódicos y en declaraciones a periodistas que el Mercosur, instituido en 1991, no alcanzó el objetivo de crear una zona de libre comercio ni mucho menos un mercado común; si acaso, comercio administrado.
Cuando México y Uruguay se abrieron al libre comercio, previeron el aprovechamiento de zonas francas, que generaran oferta de empleo y demanda de insumos y energía al interior de Uruguay. Actualmente, Pepsico exporta a embotelladores en México y el resto de América Latina grandes cantidades de endulzante que produce en la planta de la localidad de Colonia.
La telefónica Claro compite con la estatal Antel en el mercado local de celulares. Bimbo, aunque en 2018 atravesó por un conflicto con el sindicato, domina en el sector de pan envasado, conviviendo con productores a escala nacional, regional o locales artesanales.
Un reciente actor en las inversiones es Alsea, con Starbucks , al que muchas veces se le auguró escaso éxito en una ciudad donde la yerba mate y los cafés tradicionales tenían una presunta preferencia. Comenzó en 2018 y ahora tiene ocho unidades, incluso en la emblemática Ciudad Vieja, el casco urbano colonial de Montevideo. Otro inversionista mexicano introdujo patinetas eléctricas, también el año pasado. La Costeña está cada vez más presente en los anaqueles de supermercados.
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“Un gobierno surgido de la oposición actual puede ser más amigable para las inversiones”, anticipa Haedo en alusión a Lacalle y aliados.
La encuestadora Factum difundió el martes su sondeo de cara a la jornada electoral del domingo, cuando se realice la segunda vuelta de la presidencial; el 51 por ciento de los electores está dispuesto a votar por Lacalle Pou y 43 por ciento por Daniel Martínez, alcalde de Montevideo (2015-2019) y miembro del Grupo Puebla, convocado por el presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, para eregirse como foro de discusión de políticos autodenominados progresistas.
En la primera votación no hubo candidato que obtuviera la mayoría absoluta. Daniel Martínez del FA recibió 949,00 sufragios, es decir, 39.02%; Lacalle Pou, 690,000 ó 28.62; Ernesto Talvi (Colorado), 300,000 o 12.34%; Guido Manini (Cabildo Abierto), 268 mil, o sea, 11.04%.
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El FA tiene la expectativa de que los partidos ascendentes no consigan la mayoría en el Poder Legislativo bicameral. El sistema político uruguayo es semipresidencial y semiparlamentario y los legisladores pueden llamar a cuentas a los ministros y someterlos al voto de censura.
“Son múltiples las razones por las que estamos perdiendo. También está la disputa por la hegemonía cultural”, dice el diputado Zavala en referencia a la llamada política de derechos del FA, que incluyó el derecho al aborto , la regulación del acceso a la marihuana y los programas sociales. “Ha generado reacciones; hay que resistir”.