Al evitar los disturbios y confiar en que los electores los apoyarían, los manifestantes se alzaron con una victoria mayor que si hubieran perturbado las votaciones. También demostraron que lejos de tornarse en anarquía, como algunas personas del lado del gobierno han afirmado, el movimiento de protesta puede controlar cuándo y en dónde se llevan a cabo los disturbios, cosa que ni la Policía, ni el gobierno chino, ni los líderes de la ciudad pueden hacer.
El domingo, el cielo era hermosamente azul; hubo largas filas y fue uno de los días más tranquilos en Hong Kong desde que comenzaron las protestas, en junio. Lejos de las imágenes de destrucción y furia que han dominado en la cobertura noticiosa a últimas fechas, esta era una ciudad que funcionaba. Y a juzgar por los resultados, funcionaba a pesar de su gobierno, no gracias a él.
Manifestantes mantienen su trinchera contra policías en universidad de Hong Kong
Según la emisora pública RTHK, los candidatos de la oposición se quedaron con casi el 90% de los escaños disponibles. Antes de las elecciones del domingo, los 18 distritos estaban en manos de partidos pro-China. Cuando el conteo terminaba, el lunes, 25 de noviembre, todos los distritos, salvo uno, habían quedado en control de los prodemocracia. El único rebelde, el concejo de Las Islas, incluye a varios miembros de designación directa, pero incluso ahí, los candidatos prodemocracia se quedaron con la mayoría de los escaños de elección popular.