Pero si no logran llegar a un acuerdo, lo más seguro es que McConnell llegue al pleno a definir el procedimiento para el juicio. Los republicanos dicen que para comenzar ese proceso, quieren que la Cámara de Representantes les haga llegar los artículos de destitución primero, cosa que los demócratas se niegan a hacer hasta que conozcan las reglas procesales. Como ninguna de las partes cede en su postura, no hay indicios de que podrán llegar a un acuerdo en los próximos días. Eso deja a Trump en la incertidumbre y agitado en sus dos semanas de vacaciones en su resort de Florida.
Antes de partir, algunos de los colaboradores de Trump se mostraron preocupados de que pase el tiempo en su centro vacacional rodeado de aliados conservadores que podrían intentar convencerlo de ignorar los consejos jurídicos que le han dado y de que presione para que se lleve a cabo un juicio espectacular.
Desde que se fue de Washington, el viernes, 20 de diciembre, Trump ha estado aceptando felizmente la atención positiva que caracteriza sus escapes al sur. Tras varias semanas de enfrentamientos intensos con los demócratas, que terminaron en su sujeción a juicio político, su regreso a Palm Beach se asemejó al regreso de un héroe herido y ávido de venganza.
Cuando se fue de Washington, Trump estaba perturbado por un artículo que se publicó en la gaceta Christianity Today, en el que piden su destitución. A lo largo del fin de semana, Jerry Falwell, líder evangélico y presidente de la Universidad Liberty, quien pasó varias noches en Mar-a-Lago el pasado fin de semana, le aseguró que su prestigio con los evangélicos blancos sigue siendo sólido.
Tal vez pensando en esos votantes, Trump también cambió la tradicional iglesia episcopal a la que ha asistido en Navidades anteriores por una ceremonia bautista más moderna, con todo y nieve artificial.
Luego lo vieron platicando en el salón de baile del club con Alan Dershowitz, un profesor jubilado de la Facultad de Derecho de Harvard de quien se ha dicho que podría incorporarse a su equipo de abogados.
Trump también se encontró con el capitán de los Capitals de Washington, Alex Ovechkin, y posó para las cámaras mientras el jugador de hockey nacido en Rusia le regalaba una camiseta.