Desde 1980 ha habido 14 elecciones primarias en las que ningún presidente en funciones, de ningún partido, se está postulando. Analicé los datos sobre los avales en cada uno de esos casos. Al respaldo de cada gobernador se le asignaron 10 puntos; al de cada senador, cinco puntos, y al de cada diputado, uno. El candidato que iba a la cabeza en cuanto a avales a estas alturas ganó 10 de cada 14 veces, es decir, 71% de las veces, según esta metodología. Los únicos candidatos que iban a la cabeza en cuanto a avales a estas alturas y que no ganaron la candidatura fueron el demócrata Dick Gephart en 1988, el demócrata Howard Dean en 2004, la demócrata Hillary Clinton en 2008 y el republicano Jeb Bush en 2016.
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No obstante, Biden tiene algo en su favor: también va a la cabeza en las encuestas. Ni Gephart ni Bush estaban cerca de los primeros lugares de las encuestas nacionales a estas alturas de la campaña de precandidatos en 1988 y en 2016, respectivamente. Cuando los candidatos iban ganando tanto en apoyos como en las encuestas, ganaron siete de cada nueve veces (78%). Cuando solo iban ganando en apoyos, pero no en las encuestas, ganaron tres de cada cinco veces (60%).
En otras palabras (y los modelos estadísticos más complicados lo confirman), tus probabilidades aumentan cuando vas ganando en varios parámetros. El que Bush no estuviera a la cabeza en las encuestas nacionales a estas alturas de la precampaña, en 2016, debió haber sido un gran signo de alerta aunque fuera el que más avales tuviera. Biden no tiene esta debilidad.