Otra forma de verlo es contando cuántos avales tiene el líder. Con la notable excepción de Clinton, en 2016, los líderes en cuanto a avales que perdieron usualmente no tenían el apoyo de la mayor parte del partido, es decir, era líderes nominales. Gephart tenía apenas el 3.5% de los avales posibles en 1988; Dean tenía el 6.5% en 2004, y Bush tenía el 5.6% en 2016. Ninguno tuvo una ventaja de más de 1.2 puntos en la competencia por los avales.
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En este momento, Biden tiene el 11% de los avales posibles, así que no va arrasando. Sin embargo, está más de siete puntos arriba del competidor más cercano (Cory Booker, senador por Nueva Jersey que cuenta con poco menos del 4% de los avales disponibles). Es más, la zona de entre el 10 y el 15% en la que Biden está en este momento tiende a ser en donde los punteros vulnerables se han encontrado a lo largo de la historia. Biden está bastante cerca de donde estuvieron Ronald Reagan en 1980 (13%), Walter Mondale en 1984 (13%), John McCain en 2008 (15%) y Mitt Romney en 2012 (14%).
Otra cosa que Biden tiene a su favor es que sigue recibiendo avales. Ha recibido más este mes, de parte de los legisladores o de gobernadores (3), que el resto de los precandidatos juntos (0). Eso es importante porque como señaló Nate Silver, del sitio de análisis de sondeos de opinión FiveThirtyEight , los avales tienden a ser más predictivos cuando se reciben más cerca de la temporada de elecciones primarias.
Ahora: tener tres avales no es ir ganando en grande, aunque demuestra que Biden está cobrando impulso como ningún otro candidato.
De hecho, la falta de avales para los otros precandidatos es muy buen indicio de cómo está la contienda electoral en general. Como ocurre en los sondeos, Biden no está en una posición dominante, pero no está claro si hay alguien que esté verdaderamente en condiciones de desafiarlo.