"La crisis sanitaria provocada por el coronavirus demuestra los efectos negativos que esto tiene en todo el mundo", señaló la ONG.
Arabia Saudita y Egipto, que son los países con más periodistas encarcelados; Rusia y su férreo control de lo que se publica en línea, e India, que impusó en Cachemira el apagón digital más grande de la historia, son otras muestras de este riesgo.
Una crisis tecnológica
La falta de regulación adecuada del contendido en la red ha provocado un caos en internet, por lo que propaganda, publicidad, rumores e información periodística conviven en el mismo nivel.
"Esta creciente confusión de los contenidos comerciales, políticos y editoriales afecta a las garantías democráticas de la libertad de opinión y de expresión", dijo la organización en el informe.
Esta situación también favorece la aparición de leyes autoritarias que reprimen la libertad de expresión con el pretexto de prohibir la difusión de las noticias falsas. En Singapur y en Benín se aprobaron legislaciones de este tipo. La regulación beninesa para luchar contra la desinformación y los delitos en internet que puede emplearse de forma abusiva para restringir la libertad de información.
Las fake news también son un problema para la libertad de expresión, un virus tan peligroso como el que causa el COVID-19. Los gobiernos de países como Rusia, China, India, Filipinas y Vietnam tienen ejércitos de troles que propagan desinformación en las redes sociales.