Estados Unidos sigue siendo el país más golpeado en términos absolutos, con más de 176.000 muertos, y el gobierno de Donald Trump se encuentra bajo una enorme presión para aplanar la curva de contagios.
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Criticado por su manejo de la pandemia del nuevo coronavirus, Trump busca relanzarse confiando en los avances terapéuticos, incluso si no se esperan tratamientos o vacunas efectivos antes de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre.
El presidente calificó el anuncio como un "avance histórico" para el tratamiento de la COVID-19, que probablemente "salvará un número considerable de vidas".
El tratamiento con plasma muestra "una increíble tasa de éxito", clamó Trump el domingo, bastante más exultante que sus propios funcionarios de la salud, que se mostraron mucho más cautos.
Se cree que el plasma contiene poderosos anticuerpos que pueden ayudar a combatir más rápidamente a la COVID-19, y ya ha sido utilizado en pacientes en Estados Unidos y en otros países.
La FDA ya autorizó la transfusión de plasma de personas recuperadas del coronavirus en determinadas condiciones, como parte de ensayos clínicos o para pacientes en circunstancias desesperadas.
Más de 70,000 pacientes ya han recibido una transfusión de plasma extraído de personas convalecientes, según el secretario de Salud de Estados Unidos, Alex Azar.