El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, dijo que se desplegará de inmediato un dispositivo de 7,000 policías y guardias civiles que controlarán los accesos y salidas viarias de las localidades afectadas, así como las infraestructuras de transporte colectivo.
En un país con las competencias sanitarias derivadas a las regiones, el estado de alarma centraliza la gestión en el gobierno, que lo empleó entre marzo y junio para amparar el severo confinamiento de todos el país.
La región de Madrid tiene una incidencia del coronavirus de 723 casos por cada 100,000 habitantes, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el periodo de dos semanas hasta el 8 de octubre, lo que le convierte en el segundo peor foco de Europa después de Andorra.
Oposición de las autoridades madrileñas
Es "una medida que ningún madrileño va a entender", criticó el consejero regional de Salud, Enrique Ruiz Escudero. "Cada día que pase (...) vamos a pedir que se levante el estado de alarma", añadió.
Desde su administración defienden que las restricciones impuestas selectivamente desde septiembre en los barrios con más contagios, especialmente zonas obreras al sur de la región, ya estaban dando resultados.
De rozar los 800 casos por 100,000 habitantes a finales de septiembre, la incidencia había bajado a 564 casos, contra una media española de 257, una de las más elevadas de Europa.
Ante este argumento, el ministro recordó que 63 personas fallecieron por COVID-19 esta semana en Madrid y casi 500 se encuentran en cuidados intensivos.
"No hay más ciego que el que no quiere ver", dijo Illa, subrayando que ciudades como París, Londres o Berlín implantaron medidas similares con incidencias mucho más bajas.
Con información de AFP, EFE y Reuters