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La relación de Estados Unidos con Sudamérica cambiará con Joe Biden en el poder

Temas como la gestión medioambiental de Brasil, la crisis política en Venezuela y el proceso de paz en Colombia tendrán un abordaje totalmente distinto al que han tenido con Trump.
jue 12 noviembre 2020 05:04 AM
Un conocedor de América Latina
Joe Biden viajó a América Latina 16 veces como vicepresidente y muchas más como Senador.

BUENOS AIRES- Sudamérica estará lejos de ser una prioridad para la política exterior del gobierno de Joe Biden. Sin embargo, la llegada del líder demócrata a la Casa Blanca implicará un giro —en algunos casos, radical— en la relación de Estados Unidos con varias administraciones del sur del continente.

Las posturas de Biden en temas como la gestión medioambiental en Brasil, la crisis política en Venezuela y el avance del proceso de paz en Colombia anticipan un quiebre con respecto a buena parte de las estrategias desplegadas por el gobierno de Donald Trump en los últimos cuatro años.

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Bolsonaro, el gran perdedor

En ese contexto, todo indica que el mayor perdedor entre los presidentes sudamericanos por el cambio político en Washington será Jair Bolsonaro. Admirador tanto del estilo como de las políticas de Trump, el mandatario brasileño no dudó en romper la tradicional diplomacia de su país al hacer pública su preferencia por el líder republicano en las recientes elecciones estadounidenses.

Esa inusual toma de postura de Bolsonaro no solo se basó en la relación estrecha que cultivó con Trump, sino también en su rechazo a Biden. ¿La razón? En el primer debate de campaña celebrado a fines de septiembre, el por entonces candidato demócrata afirmó que si Brasil continuaba sin implementar políticas para detener la deforestación en el Amazonas, sufriría consecuencias económicas significativas.

"Cuesta entender, como jefe de Estado que reabrió de lleno su diplomacia con Estados Unidos tras décadas de gobiernos hostiles, tan desastrosa declaración. Lamentable, Sr. Joe Biden, en todos los aspectos, lamentable", contestó Bolsonaro en aquella ocasión.

El presidente brasileño es un defensor de la apertura de las zonas protegidas a actividades mineras y agropecuarias, y, al igual que Trump, descree del cambio climático. Esa percepción y el retiro de políticas de cuidado medioambiental se refleja en el avance de la deforestación en Brasil. En 2019, la tala de árboles en el Amazonas registró un aumento del 85.3% hasta totalizar 10,123 km².

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Semejante nivel de deforestación, una de las principales causas de los incendios en la mayor selva tropical del planeta, motivó que varios países europeos se opongan a la ratificación del acuerdo comercial firmado el año pasado entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay).

Ese aislamiento podría profundizarse ahora. Biden prometió en campaña que asumirá un protagonismo fuerte en la cuestión medioambiental y, en esa línea, reinstalará a Estados Unidos en el Acuerdo de París sobre cambio climático. Esa alianza con los países de la UE podría impulsar más presiones sobre Brasil.

“Aunque su postura pueda perjudicar las relaciones internacionales del país, Bolsonaro mantendrá un discurso público con una defensa nacionalista del Amazonas y el derecho de Brasil a hacer lo que quiera porque eso le sirve para mantener la fidelidad de su electorado”, dice Rodrigo Stumpf González, profesor del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul. “No obstante, aún con ese discurso público, al mismo tiempo otros miembros del mismo gobierno van a crear canales de negociación paralelos con Estados Unidos para que, por ejemplo, no sean perjudicadas las exportaciones agrícolas”.

La deforestación en la Amazonía brasileña supera los 7,000 kilómetros cuadrados

Aún en ese clima de mayor tensión, hay un punto en que las distancias podrían acortarse. Brasil será una pieza clave en los esfuerzos que promete hacer el gobierno de Biden por intentar frenar el creciente avance de China en Sudamérica.

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"El principal socio comercial de Brasil es China, con lo que las amenazas de sanciones estadounidenses no son tan relevantes", dice Stumpf González. "Sin embargo, en la cuestión tecnológica podría haber un punto de acercamiento: el gobierno de Biden mantendrá la postura estadounidense de rechazo a que la empresa china Huawei ingrese al mercado de 5G en Brasil y allí Bolsonaro podría dar señales de distensión al tomar preferencia por firmas de Estados Unidos". Brasil planea subastar frecuencias 5G en el primer semestre de 2021.

Todo cambia para Venezuela

El giro político en Estados Unidos también implicará un nuevo enfoque frente al conflicto en Venezuela. Si bien Biden coincide con Trump en calificar al gobierno de Nicolás Maduro como una dictadura, el abordaje a esa larga crisis institucional promete ser distinto.

Para debilitar al gobierno venezolano, Trump eligió el camino de las sanciones unilaterales. Esas penalidades incluyeron desde el congelamiento de todas las propiedades y activos bajo jurisdicción estadounidense de la empresa estatal Petróleos de Venezuela S. A. (PDVSA) hasta la prohibición a individuos y entidades para que realicen transacciones con esa compañía.

En la práctica, esas sanciones implicaron un bloqueo a las exportaciones venezolanas de crudo, un golpe para una economía que requiere de las divisas generadas por las ventas externas del petróleo para poder importar bienes de primera necesidad que no produce, como alimentos y medicamentos.

No obstante, la estrategia no dio los resultados esperados. Por un lado, las sanciones dieron a Maduro un argumento más para justificar la severa crisis económica del país y para cohesionar a su núcleo duro de adherentes en el frente interno. Por el otro, las penalidades terminaron por afianzar los intereses de Rusia, China e Irán en Venezuela. Frente a esos resultados y a una estrategia ya desgastada, Biden apuntará a buscar una salida pacífica y democrática con ayuda de la comunidad internacional.

En esa línea, el nuevo presidente podría usar las sanciones sobre Venezuela que heredará de Trump como moneda de cambio en las negociaciones con el gobierno de Maduro. “Con respecto a Venezuela, habrá un cambio de estrategia más que de visión”, dice Michael Camilleri, director del centro de análisis Inter-American Dialogue, en Washington.

"Hay un diagnóstico parecido al del actual gobierno estadounidense, pero no se escuchará a Biden hablando como Trump de que 'todas las opciones están sobre la mesa' sino que habrá una estrategia mucho más equilibrada en compañía de los socios de la región y de Europa para ir a elecciones libres en Venezuela”.

Un giro ligero para Colombia

También se espera un leve giro en el vínculo con Colombia. Luego de tres décadas en que las relaciones de Estados Unidos con ese país sudamericano se habían mantenido más allá de los cambios de gobierno, Trump politizó la agenda bilateral en los últimos cuatro años.

En sintonía con la visión del presidente Iván Duque, Trump es muy crítico del acuerdo de paz firmado en 2016, que puso fin a un conflicto armado de 52 años entre el estado y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). De hecho, en septiembre pasado el presidente estadounidense calificó a ese acuerdo como una rendición a los “narcoterroristas”, en referencia a la “impunidad” que supuestamente ofrece a los miembros de las FARC.

Las demoras en la implementación de aspectos clave del acuerdo de paz, como la distribución de tierras a pequeños agricultores en áreas rurales, han sido la forma en que Duque mostró en los hechos su escepticismo en torno al convenio. Aunque no hizo ningún comentario sobre las elecciones de Estados Unidos, todo indica que el presidente de Colombia hubiera preferido seguir frenando los avances del acuerdo de paz sin presiones desde Washington.

Ese no será el camino que seguirá Biden, quien fue uno de los autores originales del Plan Colombia, el programa de ayuda por el que Estados Unidos canalizó 10,000 millones de dólares al país para contrarrestar la insurgencia de las FARC y el tráfico de drogas entre 2000 y 2016. Ya como vicepresidente durante el gobierno de Obama, Biden respaldó las negociaciones de paz desde el comienzo.

"Con Biden habrá más presión para que avance el acuerdo de paz, pero en un ambiente de respeto, sin tensiones", dice Camilleri. "No será una relación híper enfocado en el tema del narcotráfico como lo fue con Trump, sino que será una relación más integral y estratégica: si Duque está dispuesto a acompañar una agenda que incluya el avance en el proceso de paz y la defensa de los derechos humanos, hay toda posibilidad de mantener un muy buen vínculo".

Para Argentina, en tanto, la clave de la relación con Estados Unidos pasará por el nivel de apoyo que obtenga del nuevo gobierno en las negociaciones que el país viene llevando adelante con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Con una deuda que alcanza a los 44,000 millones de dólares, Argentina es el mayor deudor del organismo multilateral en todo el mundo.

En las discusiones para extender los plazos de pago, el gobierno de Alberto Fernández confía en el rol del nuevo gobierno de Estados Unidos, país que, con el 17% del capital y de los votos, tiene poder de veto en el FMI. En principio, no se esperan grandes cambios con respecto al aval que dio Donald Trump al otorgamiento de los desembolsos en 2018.

El reemplazo de Trump por Biden en la Casa Blanca promete disparar una serie de cambios en la política exterior de Estados Unidos. Sudamérica no estará ajena a ese giro.

"Biden es el presidente que más conoce a América Latina al menos desde la Guerra Fría: viajó 16 veces a la región siendo vicepresidente y muchas veces más siendo senador", dice Camilleri. "La mayoría de los países sudamericanos verán en Biden a un socio, aunque esa relación, para que sea realmente cordial, vendrá con algunas condiciones a cambio: compromiso con la democracia, lucha contra la corrupción y combate al cambio climático".

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