En los territorios ocupados por las fuerzas isralíes ya han fallecido tres palestinos, pero de nuevo, el grueso de los combates tiene lugar en Gaza, bajo control de los grupos armados palestinos armados, más radicales.
Las sirenas volvieron a sonar al caer la tarde en Tel Aviv y sus alrededores ante el diluvio de cohetes.
La gran mayoría de los cohetes de Hamás son interceptados por el sistema de defensa aérea Cúpula de Hierro, pero no todos.
En Givatayim, en pleno corazón de Israel, una localidad que nunca hasta ahora había sufrido el impacto de proyectiles, los habitantes quedaron aterrorizados.
"Todas las ventanas de mi casa reventaron y las paredes quedaron agrietadas", explicó a la AFP Galit Bialobopolo, de 50 años.
La tensión también se extendió a la minoría árabe de Israel. Tras el incendio de una sinagoga en Lod, la policía desplegó refuerzos paramilitares y anunció un toque de queda.
Una violencia que el presidente israelí Reuven Rivlin calificó de "pogromo" por parte de "una multitud árabe sedienta de sangre".
La violencia también ha estallado en la Cisjordania ocupada. Según fuentes médicas, un palestino de 16 años murió el miércoles en enfrentamientos con las fuerzas israelíes.
Algunos observadores temen que los disturbios civiles se intensifiquen. En varias ciudades mixtas del país, manifestantes con banderas palestinas quemaron coches y propiedades, atacaron a automovilistas y se enfrentaron a la policía.
El ministro de Defensa israelí, Benny Gantz, dijo durante una visita a la ciudad de Ascalón que "el ejército seguirá atacando (Gaza) para garantizar una calma total y duradera" y aseguró que "solo cuando hayamos alcanzado este objetivo podremos hablar de tregua”.
Ante este clima, la Corte Penal Internacional (CPI) advirtió que pueden haberse cometido crímenes de guerra.
Con información de AFP, EFE y Reuters