La elevada fragmentación de listas y candidatos, sumado a que se trata de una elección inédita en la historia de Chile, impidió a las encuestadoras anticipar con claridad hacia dónde podría inclinarse la mayoría de los chilenos.
“Los sondeos anticipan bastante poco, aunque hay consenso de que Chile Vamos —la lista que representa al oficialismo— tendría alrededor del 30% de los convencionales”, dice Holzmann. “Si eso se cumple, esa lista estará cerca de bloquear los acuerdos de las otras, lo que anticipa un proceso de negociaciones intensas”.
Los convencionales electos tendrán 9 meses, y si es necesario tres meses más, para redactar el nuevo texto. Una vez concluido, la propuesta constitucional será sometida a otro plebiscito para que la ciudadanía la avale o la rechace.
En medio de ese proceso, los chilenos deberán elegir el 21 de noviembre al sucesor del presidente Sebastián Piñera, además de renovar toda la Cámara de Diputados y la mitad del Senado. La redacción de la nueva Constitución en medio de la campaña electoral es otro factor que podría incrementar las dificultades para alcanzar consensos mínimos.
En cualquier caso, los chilenos buscarán establecer un nuevo pacto social que permita consolidar los avances de las últimas tres décadas y, a la vez, dar respuesta a las materias pendientes. Esos acuerdos deberán expresarse en una Constitución que será redactada por primera vez en la historia de Chile en tiempos de democracia plena y con una participación social activa.
“Habrá límites en la acción del mercado ante un Estado ausente que ha quedado en evidencia con la pandemia, pero cómo se regularán esas cuestiones en la nueva Constitución es todavía una incógnita”, dice Holzmann.
“La gran duda es si la Convención dejará pasar esta oportunidad enfocándose en hacer críticas a los 30 años de desigualdad que dieron paso al estallido de octubre de 2019 o si aprovechará este proceso para avanzar en dar respuestas a los nuevos desafíos que se plantearán en los próximos 30 años”, concluyó.