En ese aspecto, buena parte de las miradas estarán puestas sobre Chile. Luego del amplio apoyo a la redacción de una nueva Constitución expresado en el plebiscito del 25 de octubre pasado, el 11 de abril del año próximo se desarrollarán la elección de los constituyentes.
El consenso mayoritario en Chile no solo pasa por dejar atrás la actual Carta Magna heredada de la dictadura de Augusto Pinochet, sino por brindar una respuesta institucional a la creciente demanda social por una mayor igualdad. En esa línea, el interrogante es hasta dónde llegarán los cambios frente a la actual Constitución, que es percibida por buena parte de la sociedad como una camisa de fuerza que la dictadura de Pinochet legó a la democracia.
"Si hay un término que define al 2021 en Chile es incertidumbre", dice el analista político Kenneth Bunker, director del sitio web de análisis electoral TresQuintos, en Santiago de Chile. "Hay un escenario abierto: dentro de un contexto social en que hay una demanda por más derechos y con una pandemia que hizo notorio el rol del estado, es evidente un corrimiento del sistema político hacia la izquierda".
Mientras Chile avanza hacia mayores canales de participación ciudadana, en Venezuela los grifos se cierran cada día más. Las controvertidas elecciones parlamentarias del 6 de diciembre pasado —no fueron reconocidas por la Unión Europea ni por Estados Unidos ante un cúmulo de irregularidades— provocaron un cambio institucional profundo: la Asamblea Nacional dejó de ser controlada por la oposición y pasó a manos del gobierno de Nicolás Maduro. La caída del único contrapeso institucional a un régimen que viene profundizando sus rasgos autoritarios abre más interrogantes sobre cómo evolucionará el proceso venezolano.
Brasil, Argentina, Perú, Chile y Venezuela tienen por delante un año clave para definir su rumbo. A eso se suman las elecciones presidenciales del 7 de febrero en Ecuador en las que competirán el centroderechista Guillermo Lasso y Andrés Aráuz, el candidato respaldado por el expresidente Rafael Correa. Luego de un 2020 que dejará profundas heridas sociales, Sudamérica se alista para encarar un año de reconstrucción. La tarea no luce sencilla