El 5 de junio pasado, el gobierno informó que ya habían sido vacunadas 3.3 millones de personas, el 11% de la población. No obstante, según el portal www.ourworldindata.org , solo 2.07% de la población había recibido al menos una dosis hasta el 11 de junio.
El gobierno de Maduro culpa por la lentitud del proceso de inoculación a las sanciones económicas impuestas por la comunidad internacional. A través del mecanismo COVAX —creado por Naciones Unidas para garantizar un acceso equitativo a la inmunización—, Venezuela esperaba recibir un suministro de 11.3 millones de dosis.
Sin embargo, luego de abonar 109.9 millones de dólares para acceder a las vacunas, el gobierno informó a comienzos de junio que los últimos cuatro pagos por unos 10 millones de dólares fueron bloqueados por el banco UBS y están “bajo investigación”.
“El lobby estadounidense tiene el poder de bloquear unos recursos que van para inmunizar a la población de Venezuela”, dijo la vicepresidenta Delcy Rodríguez en declaraciones difundidas por la TV estatal.
En cualquier caso, a la lenta llegada de vacunas se suma un sistema de inoculación desordenado y cargado de denuncias. “El plan de vacunación es discriminatorio: solo son llamadas aquellas personas que obligatoriamente se registraron en la página patria, una página de control social del gobierno dado que por ahí se distribuyen los bonos y las bolsas de comida, y que les toque la rueda de la fortuna porque la convocatoria es aleatoria”, dice Urbina-Medina.
“Con la desesperación que hay en la población, en los centros vacunatorios se forma otra cola de gente que no ha sido llamada, muchas de ellas mayores de 70 años o con factores de riesgo como obesidad o diabetes, lo que provoca aglomeraciones sin el debido distanciamiento social”.
A simple vista, merced a una información oficial muy restringida, Venezuela asoma como una isla en medio de una región en la que sigue acelerándose el ritmo de muertes y contagios por COVID. Sin embargo, con un sistema sanitario que continúa en extrema fragilidad, los mayores riesgos están por delante.
“Con la llegada de nuevas variantes que son más contagiosas, en Venezuela probablemente la pandemia se convertirá en endemia”, dice Urbina-Medina. “Dado que la gestión fue mala, al igual que en otros países pobres tendremos casos de COVID en forma permanente y el virus seguirá circulando de por vida en el país”.