Este comportamiento generó indignación. "Esto muestra menosprecio hacia los sobrevivientes y el Estado de derecho", sostuvo Rückel.
"Aunque esta mujer sea muy mayor, ¿el tribunal no debería haber tomado más precauciones?", se preguntó el abogado.
"Si está en suficiente buen estado para huir, ¡está en suficiente buen estado para ir a la prisión!", dijo, por su lado, Efraim Zuroff, presidente del Centro Simon Wiesenthal, que persigue judicialmente a los nazis todavía vivos.
La acusación reprocha a la nonagenaria haber participado en el asesinato de detenidos en el campo de concentración de Stutthof, en la actual Polonia, donde trabajaba como dactilógrafa y secretaria del comandante del campo, Paul Werner Hoppe, entre junio de 1943 y abril de 1945.
Unas 65,000 personas murieron en el campo, cerca de la ciudad de Gdansk, entre ellos "prisioneros judíos, partisanos polacos y prisioneros de guerra rusos soviéticos", según la fiscalía.
Según Rückel, "ella se encargó de toda la correspondencia del comandante del campo".
"También mecanografió las órdenes de ejecución y deportación y puso sus iniciales", aseguró a la cadena regional pública NDR.
Tras un largo procedimiento, la justicia estimó en febrero que la anciana era apta para comparecer pese a su edad avanzada. Pero las vistas judiciales deberían limitarse a unas horas diarias.