"Sabíamos que Olaf era nuestro mejor hombre, en este momento, tras ésta canciller. La valoración ciudadana de Merkel sigue siendo muy positiva. Pero hay mucha ansia de cambio. Y nadie como Olaf para aunar ansia de cambio y experiencia de gobierno", comentaba hace unos días a la agencia EFE Lars Klinbeil, secretario general del SPD, en un aparte durante el cierre de campaña.
Propuestas de Olaf Scholz
En la campaña de Scholz la clave está en las inversiones, relacionadas tanto con la reconstrucción económica como con la lucha contra la crisis climática.
Su gestión bajo el gobierno de Merkel le ha permitido crear confianza en muchos sectores que tienden a identificarlo como una apuesta por cierto grado de continuidad.
Consciente del prestigio de Merkel, ha coqueteado con ello y ha posado ante los fotógrafos haciendo un gesto típico de la canciller, un rombo formado con los dedos de las dos manos, lo que creó indignación entre los conservadores.
Si llega a la Cancillería, Scholz puede llegar a tener conflictos con el ala izquierda de su partido, y con la cúpula, con lo que se repetiría lo que ocurrió durante la era Schröder cuando muchos militantes dejaron el partido como protesta por la agenda 2010.
Ahora, sin embargo, las circunstancias que invitan a una fuerte acción del Estado en la reconstrucción económica pueden permitirle a Scholz hacer concesiones a los más puristas dentro de la agrupación.
El SPD, el partido más antiguo de Alemania, se recupera y ello ocurre en un momento de avance a escala europea. Con la victoria de los laboristas en Noruega, los cinco países nórdicos —Finlandia, Suecia, Dinamarca y probablemente también Islandia, donde se votó el sábado— están gobernados de nuevo por esta familia política.
Alemania, el país de mayor peso demográfico y político europeo, tiene la opción de sumarse. Pero Scholz deberá manejar muy bien las piezas para convertirse en cuatro canciller de su partido, tras Willy Brandt, Helmut Schmidt y Schröder.
Con información de AFP y EFE