“Cristina Kirchner pretende impulsar mayor gasto y mayor emisión, pero esa opción hoy no está disponible”, dice Fernando Baer, economista asociado de Quantum Finanzas, en Buenos Aires. “A diferencia de lo que sucedía cuando ella era presidenta, la economía argentina hoy tiene déficit fiscal y escasez de dólares en el Banco Central”.
Desde una posición de cada vez mayor debilidad, el ministro Guzmán resiste la embestida de la vicepresidenta ante los márgenes estrechos que ofrece el escenario económico. Sin acceso a los mercados internacionales de deuda, la emisión neta del Banco Central para asistir al Tesoro durante el año pasado superó los 2 billones de pesos, equivalente al 7.3% del PIB.
A esa oleada se sumarán este año otros 2 billones de pesos más. Semejante expansión monetaria en un contexto en el que la demanda de dinero sigue débil no solo impide desacelerar un nivel de inflación que supera el 51% anual, sino que viene generando una bola de nieve a partir de la emisión de deuda remunerada por parte del Banco Central para absorber parte de la liquidez excedente.
En los primeros ocho meses del año la autoridad monetaria pagó a los bancos 796,802 millones de pesos (unos 8,300 millones de dólares) en intereses, un 91% más que en igual período de 2020.
Frente al riesgo de echar más gasolina al fuego de la inflación, Fernández y Guzmán intentan mantener cierta moderación fiscal para, con eso, alcanzar un acuerdo con el FMI que permita prorrogar los vencimientos por unos 37,000 millones de dólares que Argentina tiene con ese organismo en los próximos dos años.
Lejos de esos objetivos, del otro lado del gobierno el kirchnerismo exige apretar a fondo el acelerador del gasto antes de las elecciones.
“Todo indica que el oficialismo volverá a perder en noviembre y eso, que ya sería complicado para un gobierno normal, lo será más aún para un gobierno que tiene disociada el poder formal del real”, dice Fara. “Alberto Fernández no tiene suficiente legitimidad para imponer sus ideas y tampoco quiere terminar preso de las presiones de Cristina: el resultado será un presidente que recorrerá los dos años que restan de su mandato en crisis”.