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José Antonio Kast, el candidato ultraderechista que quiere gobernar Chile

El abogado católico se presenta como una opción de orden, pero su declarada admiración a la dictadura de Augusto Pinochet preocupa activistas por los derechos humanos.
mar 23 noviembre 2021 04:03 PM
EL candidato presidencial Jose Antonio Kast en una conferencia de prensa en Santiago, Chile.
En su cierre de campaña, Jose Antonio Kast prometió recuperar la "libertad" para el país a través del "orden y la seguridad”.

Tras dos años de protestas callejeras y la elección de un órgano con mayoría de izquierda para reescribir la Constitución, los chilenos sorprendieron a analistas, mercados e incluso a ellos mismos la noche del domingo.

Los resultados de la primera vuelta electoral mostraron que los electores favorecieron al candidato presidencial de la derecha dura y dieron márgenes importantes a los conservadores en el Congreso.

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Con el 99.99% de las mesas escrutadas hasta el lunes, el abogado y ex legislador José Antonio Kast obtuvo el 27.91% de los votos, mientras que el diputado izquierdista Gabriel Boric llegó en segundo lugar, con el 25.83%. Como ninguno superó el 50% de los votos tendrán que enfrentarse en un balotaje el 19 de diciembre.

En Chile, las elecciones presidenciales llenan de incertidumbre el panorama.
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Admirador de la dictadura de Augusto Pinochet y en sintonía con líderes como Jair Bolsonaro, Donald Trump y el partido Vox español, el ultraderechista chileno Kast se presenta como el candidato del orden para Chile.

“¿Dicen que soy extremo, pero extremo en qué?", se preguntó en campaña el candidato. "No me traten de ultraderecha, porque no lo soy (...) Espero que me califiquen como un candidato del sentido común", afirmó Kast, de 55 años.

Pese a que le gusta venderse como un "outsider", Kast es un viejo conocido en política: fue diputado 16 años, militante durante dos décadas en la Unión Demócrata Independiente (UDI) y candidato independiente en las pasadas presidenciales, donde apenas alcanzó el 8% de los votos.

"Tiene que iniciarse un nuevo ciclo en la política, donde se deje de lado lo políticamente correcto", dijo cuando en 2016 abandonó la UDI, uno de los partidos de derecha que integran la coalición oficialista.

Con él, arrastró a pesos pesados de la formación y fundó en 2019 el Partido Republicano, con el que concurre a estos comicios. Pese a su dilatada trayectoria política, nunca antes había llegado tan lejos: la mayoría de encuestas le sitúan como uno de los dos favoritos el 21 de noviembre para pasar a la segunda vuelta, con más del 20% en intención de voto.

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Partió como un candidato residual, pero a medida que pasaban las semanas fue cogiendo fuerza y llevándose parte de los apoyos del oficialista y ex ministro Sebastián Sichel, quien se desinfló tras una serie de desaciertos en campaña.

Una promesa de “orden”

En el cierre de su campaña, el jueves, en un acomodado barrio de Santiago, Kast prometió recuperar la "libertad" para el país a través del "orden y la seguridad”.

"Estamos dispuestos a dar la vida si fuese necesario, dar la vida por nuestro Chile querido. Dios y la patria es lo que nos inspira", señaló el ultraconservador. "Hemos interpretado a una mayoría de chilenos que quieren un país tranquilo y seguro", dijo, tras encabezar el escrutinio del domingo.

Kast, casado y con nueve hijos, es un activo miembro del movimiento católico conservador Schoenstatt. Hijo de inmigrantes alemanes que llegaron a Chile en 1951, su padre se alistó en el ejército durante el régimen nazi alemán, aunque el candidato ha dicho que fue por “obligación".

En Chile, su familia se instaló en la localidad de Paine, en las afueras de Santiago, donde hicieron fortuna con una fábrica de embutidos tradicionales alemanes y Bavaria, una cadena de restaurantes de la que se desvinculó hace pocos años.

Agrupaciones de derechos humanos denuncian que miembros de su familia colaboraron en la detención de opositores en la localidad de Paine durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).

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El primer cargo público de Kast fue de concejal por la comuna de Buin (cerca de Paine), entre 1996 y 2000. Luego saltó al Parlamento y fue diputado por cuatro períodos consecutivos.

Admirar a Pinochet; un arma de dos filos

En esta nueva incursión presidencial mantiene la sonrisa y parsimonia que lo caracterizan, aunque al acercarse la elección se le vio más tenso tras ser obligado a remarcar su sabida admiración por la era Pinochet, que dejó más de 3,200 muertos y desaparecidos.

Kast quiso diferenciar el régimen de Augusto Pinochet (1973-1990) —al que se refiere como "gobierno militar”— de las "dictaduras" de Cuba, Nicaragua y Venezuela porque, en su opinión, la transición en Chile se dio tras unas "elecciones democráticas", en las que "no se encerró a los opositores".

"No hay punto de comparación con lo que ocurre en las dictaduras de Cuba, donde llevan más de 70 años de dictadura, ni con la narcodictadura de Venezuela y ni con la dictadura de (Daniel) Ortega en Nicaragua", expresó.

Desde su punto de vista, la Constitución que en 1980 se promulgó durante el régimen de Pinochet "contenía toda la transición a la democracia" y el gobierno militar entregó el poder tras un plebiscito. "Díganme ustedes ¿qué dictadura ha hecho eso?”.

Su complacencia con la dictadura militar no es nueva. De hecho, apoyó la continuidad del general en el plebiscito de 1988 y suele repetir que este votaría por él de estar vivo.

Defiende su legado económico y uno de sus muchos hermanos fue además ministro del régimen.

Propuestas polémicas

Su programa no ha estado tampoco exento de polémica. En lo económico, defiende posturas liberales que pasan por la desregulación de los mercados, la reducción a lo mínimo del Estado, la privatización de la gran minera Codelco y la bajada drástica de los impuestos.

Mientras que en lo social, quiere eliminar el Ministerio de la Mujer, consagrar el concepto de familia tradicional, luchar contra el aborto y construir una "zanja" en el norte para frenar la migración ilegal, al más puro estilo Trump.

Es el único de los siete candidatos que propone mantener el sistema de pensiones privados instaurado en la dictadura, muy criticado en la opinión pública.

Se opuso al cambio de Constitución en el histórico plebiscito de 2020 y muchos analistas han alertado de que, de llegar a la Presidencia, podría boicotear el trabajo de la convención encargada de redactar el nuevo texto.

Plantea la intervención de las Fuerzas Armadas en la región de La Araucanía, en el sur de Chile, agobiada por el conflicto con indígenas mapuches y subir las penas de cárcel para los delitos comunes.

En una de las partes más polémicas, propone dentro de un estado de Excepción la detención en casas o lugares distintos a las cárceles de opositores y la clausura del Instituto Nacional de Derechos Humanos, además de la construcción de una zanja para evitar la entrada de inmigrantes irregulares.

También la derogación de los beneficios compensatorios a las víctimas de las violaciones a los derechos humanos en la dictadura y la creación de una "Coordinación Internacional Anti-Radicales de Izquierda".

JAK, como le llaman sus seguidores, quiso espantar temores en su encuentro con la prensa internacional: "Soy una persona demócrata", dijo, por si había alguna duda.

Con información de AFP y EFE

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