La ausencia de turistas en la isla ha provocado que las reservas internacionales del país se agoten poco a poco. A finales de noviembre, las reserves de divisas extranjeras de Sri Lanka eran de apenas 1,580 millones de dólares, contra 7,500 millones cuando el presidente Gotabaya Rajapaksa asumió el poder en 2019.
Todo esto ha arrastrado a Sri Lanka a una de sus peores crisis económicas y a estar al borde de vivir una hambruna.
El Banco Mundial estima que 500,00 personas han caído debajo de la línea de pobreza desde el inicio de la pandemia, el equivalente a cinco años de progreso para luchar contra la pobreza, de acuerdo con un reporte del diario británico.
El gobierno impuso una prohibición general de importaciones con el objetivo de consolidar las reservas de divisas, pero esto ha provocado la escasez de productos de primera necesidad.
Los supermercados racionan desde hace meses la leche en polvo, el azúcar, las lentejas y otros productos de primera necesidad, ya que los bancos no tienen dólares suficientes para financiar las mercancías extranjeras.
La escasez provocó además un alza de los precios, y el costo de los alimentos se disparó un 17% con respecto al año pasado, según el departamento de censo y estadísticas de Sri Lanka.
La inflación alcanzó un 11.1% en noviembre, de acuerdo con cifras oficiales publicadas el 22 de diciembre. Se trata de la inflación más alta desde que el Departamento de Censo y Estadísticas de Sri Lanka lanzó su Índice de Precios al Consumidos en 2015.