“El problema radica en la composición de la Convención Constitucional, que no representa genuinamente a los chilenos”, dice el analista político Keneth Bunker, director del sitio web de análisis electoral TresQuintos.
“Los independientes no responden a nadie, cada convencional viene con lo propio y eso es muy diferente a lo que conocemos en la democracia representativa donde los políticos responden a cierta jerarquía de ideas: el resultado es que se fueron proponiendo artículos muy inclinados a satisfacer demandas de minorías y que son incoherentes entre sí”, asegura Bunker.
Los acuerdos entre los independientes con los 17 convencionales que fueron reservados a los representantes de los pueblos originarios impusieron desde el inicio el rumbo de la nueva Constitución. A esos consensos se sumaron los 28 convencionales surgidos de la lista Apruebo Dignidad, que representan al izquierdista Frente Amplio, hoy en el gobierno.
La suma de todos esos convencionales supera la mitad de los votos necesarios en las comisiones para que las propuestas pasen al pleno de la Convención y se acerca a los dos tercios requeridos para aprobar los artículos que serán incluidos en el texto constitucional.
“Un texto constitucional debe perdurar en el tiempo”, dice Bunker. “Excluir a las ideas de una parte importante de la sociedad, sin importar que sean buenas o malas, es un problema, y eso es lo que está percibiendo el pueblo chileno”.
Según el sondeo de Cadem, uno de los artículos que provoca más rechazo entre los chilenos es declarar a Chile un Estado plurinacional, parecido al texto que aparece en la constitución de Bolivia aprobada durante el gobierno de Evo Morales (2006-2019).
La Convención, sin embargo, aprobó proyectos trascendentales como la creación de un Servicio Nacional de Salud a cargo del estado, y el acceso universal y gratuito en todos los niveles educativos. Esos artículos implican un cambio radical con respecto al papel minimalista que le otorgaba al Estado la Constitución aprobada en 1980.