El llamado "oro blanco" o "petróleo del siglo XXI" ha visto su precio dispararse desde 5,700 dólares la tonelada en noviembre de 2020 a 60,500 en septiembre pasado gracias al boom de los vehículos eléctricos, cuando el mundo busca alejarse de los combustibles fósiles para frenar el calentamiento global.
Pero el lado oscuro del litio es que cada planta consume millones de litros de agua por día y las comunidades agrícolas de este rincón de Sudamérica, azotado por la sequía, temen por su medio de vida.
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"El mejor salar"
La ruta del litio empieza en el norte de Chile. Del salar de Atacama, una planicie marrón y rocosa por la que apenas se puede caminar, salió el 26% de la producción mundial en 2021, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).
La cifra fue solo superada por Australia, con el 55%, pero extraído de rocas.
En Atacama, los camiones zigzaguean entre albercas donde la salmuera, una mezcla de agua y sales, se evapora lentamente antes de ser llevada a una planta química para separar el litio del líquido.
"Es, por lejos, el mejor salar del mundo", asegura a la AFP Juan Carlos Guajardo, director de la consultora Plusmining.
Chile, donde se extrae litio desde 1984, lo hace más rápido que sus vecinos porque la escasa lluvia y una radiación solar extrema aceleran la evaporación.