En abril de 1977, las Madres de Plaza de Mayo comenzaron a reunirse alrededor de la pirámide de la Plaza de Mayo frente a la Casa de Gobierno para reclamar por el destino de sus hijas e hijos. En octubre de ese mismo año, muchas de esas mujeres que además buscaban a sus nietas y nietos desaparecidos, o tenían hijas o nueras que habían sido secuestradas embarazadas, comenzaron esta otra búsqueda, reunidas en Abuelas de Plaza de Mayo.
“Yo tenía seis años cuando sucedió esto y recuerdo el terror que me causaba ir por la calle o en el auto con mis padres, y ver cómo los soldados detenían arbitrariamente autos, hacían bajar a las personas que iban en ellos, las cacheaban en busca de armas y luego las ponían contra una pared. Todavía hoy, esas imágenes no se me borran de la mente”, relató Ansolabehere Sesti.
De acuerdo con el informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, la cifra de personas desaparecidas entre 1976 y 1983 ascendió a 30,000, una cifra que puede ser aún mayor.
“La dictadura militar implantó un régimen de violencia y terror que utilizó la desaparición de una manera generalizada y sostenida en el tiempo, es decir, no ocasional”, indica la investigadora de la UNAM.
El Juicio a las Juntas Militares
El presidente Raúl Alfonsín dictó el decreto 158/83, en el que ordena que se someta a un juicio sumario a los integrantes de la junta militar “que usurpó el gobierno de la Nación el 24 de marzo de 1976 y a los integrantes de las dos juntas militares subsiguientes”, es decir, que fuera la justicia militar la que llevara a cabo los juicios por los crímenes cometidos por la dictadura.