“La combinación de inestabilidad crítica y dificultades sociales y económicas prolongadas, acompañada con la repetida exposición de niños a eventos traumáticos, miedo constante que sus vidas pueden ser volteadas hacia arriba en cualquier momento, y el sentimiento de desesperanza sobre su situación han socavado progresivamente su bienestar psicosocial y han reducido significativamente sus capacidades para hacer frente y recuperarse”, indica un estudio de Save The Children, publicado en 2022.
El estudio encontró que cuatro de cada cinco niños se encontraba deprimido y, de ellos, tres de cada cinco se generaba autolesiones derivadas de sus preocupaciones y sus angustias por el conflicto.
La angustia de los niños se exhibe por comportamientos más preocupantes, como el enuresis —incontinencia urinaria nocturna— (79 % en 2022, 53 % en 2018) y el mutismo reactivo —niños que no (59 % en 2022, 42 % en 2018), y es menos probable que puedan encontrar formas positivas de hacer frente a sus situaciones.
"Otra cosa que van a presentar y están presentando ya niñas y niños son comportamientos muy agresivos, mucha inquietud, mucha agresividad, mucho enojo o son extremadamente retraídos, es decir, no hablan, no conviven, están todo el tiempo solitarios y en silencio", explica la vocera de Save The Children en México.
Además, los niños en Gaza enfrentan afectaciones psicosomáticas, como dolor de cabeza o dolor de estómago, como consecuencia del estrés al que son sometidos. "Están reflejando en su cuerpo la angustia", dice Ivonne Piedras, de Save The Children.
Los expertos en salud mental de Gaza han afirmado que allí no existe el trastorno de estrés postraumático porque el trauma en el enclave es continuo, con repetidos episodios de conflicto armado que se remontan a casi dos décadas.