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El legado Merkel enfrenta las crisis que su liderazgo no logró abordar

Merkel gobernó 16 años con decisiones clave en migración, energía y economía que dejaron desafíos que Alemania y Europa deben resolver.
vie 21 febrero 2025 05:04 AM
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Angela Merkel, la canciller de la estabilidad y las crisis heredadas: su legado es un complejo entrelazado de decisiones que definieron la política alemana y europea, pero también dejaron retos profundos para el futuro.

En 2015, Angela Merkel pronunció una de sus frases más recordadas: "Wir schaffen das" (Lo lograremos), en el momento más crítico de la crisis migratoria, al defender una Alemania abierta y fuerte frente al desafío de recibir a refugiados. Una década después, esta frase resuena con una cierta ironía: el país enfrenta un auge de la extrema derecha, un declive económico en parte causado por factores globales y la crisis energética derivada de la guerra en Ucrania.

Alemania, que una vez fue vista como el pilar de Europa, se encuentra en una encrucijada que desafía el legado de su canciller más influyente con las elecciones a la vuelta de la esquina y la derecha siendo protagonista del escenario internacional.

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Merkel, la arquitecta de la estabilidad alemana

Durante su mandato, Angela Merkel se consolidó como un pilar de estabilidad económica para Alemania y Europa, guiando al país a través de la crisis financiera global de 2008 y la posterior crisis del euro. Con un enfoque pragmático y cauteloso, implementó políticas de rescate y disciplina fiscal que permitieron a Alemania superar la recesión y consolidarse como la principal economía europea.

Si bien su gestión fue clave para la estabilidad, la austeridad aplicada, especialmente en Grecia, generó protestas y tensiones dentro de la Unión Europea. Su estilo, basado en decisiones graduales y consensuadas, fue criticado por no promover reformas estructurales necesarias para enfrentar futuros retos, como la transición energética y la adaptación a los cambios digitales.

La crisis migratoria de 2015 marcó otro de los momentos clave de su liderazgo. Mientras algunos elogiaron su decisión de abrir las puertas a los refugiados como un acto de humanidad, otros señalaron que esto aumentó las tensiones internas y los problemas de integración. A nivel global, Merkel se destacó como una negociadora hábil, ganándose el respeto tanto de aliados como de opositores, desde Donald Trump hasta Emmanuel Macron.

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Crisis energética: ¿Una apuesta fallida?

Durante su mandato, Angela Merkel apostó por el gas ruso como fuente energética confiable y económica para garantizar la estabilidad de la economía alemana y reforzar su competitividad industrial. En este contexto, la construcción del gasoducto Nord Stream 2, que transportaría gas natural desde Rusia directamente a Alemania, fue presentada como una jugada estratégica. Merkel defendió esta decisión como una medida para asegurar el suministro energético a largo plazo y, al mismo tiempo, fortalecer las relaciones económicas con Rusia.

Sin embargo, la invasión rusa a Ucrania en 2022 convirtió esta apuesta en una trampa geopolítica. Las sanciones internacionales y la incertidumbre sobre el suministro de gas natural dejaron a Alemania en una posición vulnerable, evidenciando las debilidades de una dependencia energética que, en su momento, parecía garantizar estabilidad.

La política energética de Merkel no solo tenía como objetivo asegurar el abastecimiento interno de energía, sino también mantener un equilibrio en las relaciones con Rusia. No obstante, esta relación ha sido fuertemente criticada desde el inicio de la guerra en Ucrania.

El exembajador ucraniano en Alemania, Andriy Melnyk, calificó la apuesta por el gas ruso y el respaldo al Nord Stream 2 como un "fracaso" dentro del legado de Merkel. Según Melnyk, reconocer este fracaso sería una muestra de fortaleza, ya que estas decisiones, al haber fortalecido a Rusia, deberían haberse evitado para prevenir crisis de seguridad, como la guerra actual en Ucrania.

En 2011, tras el desastre nuclear de Fukushima, Merkel tomó la histórica decisión de cerrar progresivamente las plantas nucleares de Alemania. Esta medida respondía a la creciente presión pública que exigía abandonar la energía nuclear debido a sus riesgos. Aunque marcó un paso hacia una transición energética más segura, también dejó a Alemania con una importante carencia de fuentes de energía estables.

La infraestructura de energías renovables no estaba suficientemente desarrollada en ese momento, lo que aumentó la dependencia del gas natural, especialmente en un contexto en el que la energía nuclear seguía siendo clave para el suministro energético del país.

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En 2025, la crisis energética sigue afectando gravemente la economía alemana. El alto costo de la energía ha erosionado la competitividad industrial y generado incertidumbre sobre el futuro de sectores clave. La dependencia del gas, reforzada por las decisiones de Merkel, ha dejado a Alemania vulnerable a las fluctuaciones del mercado global. Además, el cierre de las plantas nucleares y la transición incompleta a energías renovables no han sido suficientes para cubrir la creciente demanda, lo que ha reducido la producción industrial.

El gobierno actual, bajo el liderazgo de Olaf Scholz, ha heredado estos desafíos. A diferencia de su predecesora, él ha tenido dificultades para gestionar la coalición y tomar decisiones rápidas.

Ludger Helms, en Managing the Legacy of Long-Term Leaders, señala que Scholz ha enfrentado dificultades para imponer su autoridad.

A menudo adoptó un estilo de liderazgo más silencioso, sin tomar decisiones claras a tiempo, lo que ha afectado su capacidad de liderazgo. A diferencia de Merkel, quien mantenía control tras bambalinas, Scholz a menudo ha sido percibido como indeciso, especialmente en momentos urgentes.

Esto se reflejó en la discusion pública dentro de su coalición, que alcanzó niveles inéditos. Helms menciona que, aunque Scholz intentó tomar el control en algunos casos, como en la desactivación de la energía nuclear en 2022, terminó perdiendo autoridad.

La crisis económica: ¿Merkel dejó un modelo obsoleto?

La política fiscal de Merkel se basó en mantener un equilibrio presupuestario, priorizando la reducción de la deuda pública sobre la inversión en sectores estratégicos como infraestructura y digitalización. Aunque inicialmente aplaudida, esta estrategia ha dejado a Alemania con un aparato productivo incapaz de adaptarse rápidamente a una economía globalizada y digitalizada.

De acuerdo con un análisis de Cas Mudde para el diario britanico The Guardian, "este nuevo gobierno tendrá que hacer frente a una economía moribunda, que se espera que se contraiga por tercer año consecutivo" (Mudde, 2025). La falta de inversión en áreas clave, como la digitalización y la transición energética, ha limitado la competitividad de Alemania frente a economías más dinámicas.

La falta de reformas estructurales necesarias ha puesto en riesgo el liderazgo de Alemania en sectores industriales clave. A medida que las empresas enfrentan altos costos energéticos y una competencia internacional creciente, la industria automotriz, pilar histórico de la economía alemana, ha experimentado una desaceleración en sus ventas globales. Esto se debe en gran parte a la falta de innovación tecnológica y de adaptación a los cambios estructurales exigidos por los nuevos tiempos.

Las políticas de Merkel, que priorizaron la estabilidad a corto plazo, no lograron prever la necesidad de una transformación digital profunda en la industria, lo que ha erosionado su competitividad a largo plazo.

La economía alemana se encuentra actualmente en recesión, con una caída de la producción industrial que plantea serias dudas sobre la sostenibilidad del modelo económico de Merkel. Esto refleja la falta de relevancia de un enfoque basado en la austeridad, especialmente cuando las inversiones en innovación y energía limpia eran y son cruciales para mantener la competitividad.

Mudde advierte sobre el contexto global: "Europa continuará buscando liderazgo mientras intenta navegar un mundo cada vez más hostil, donde regímenes autoritarios como el de Rusia y China se han visto reforzados, y su antiguo aliado, Estados Unidos, se ha convertido en un adversario". En este panorama, Alemania, históricamente líder económico de Europa, parece estar perdiendo terreno frente a los rápidos cambios geopolíticos y económicos globales.

La crisis política y el auge de la extrema derecha

Ahora bien, desde la llegada de Angela Merkel al poder, Alemania ha sido un baluarte de estabilidad política en Europa, pero la situación política interna ha cambiado radicalmente en los últimos años. En gran medida, esto se debe al ascenso de la Alternativa para Alemania (AfD), un partido ultraderechista que se ha convertido en una de las principales fuerzas políticas del país.

La AfD comenzó como un pequeño movimiento de oposición a las políticas de rescate del euro, pero su éxito se consolidó tras la crisis migratoria de 2015. Con la llegada masiva de refugiados a Alemania, el partido aprovechó el descontento de una parte de la población con la política migratoria de Merkel, especialmente la decisión de abrir las puertas a los refugiados sirios.

La AfD centró su mensaje en la inseguridad social, los temores sobre el impacto económico de la migración y el cuestionamiento de los valores europeos, posicionándose como la principal alternativa a la política de apertura de fronteras de la canciller.

Este discurso antimigratorio ha resonado particularmente en el este del país, donde las preocupaciones económicas y sociales son más acentuadas. Friedrich Merz, líder de la CDU, ha adoptado una postura más dura respecto a la inmigración, lo que ha contribuido a la polarización política y ha alimentado el ascenso de la AfD.

La política migratoria de Merkel, especialmente la decisión de abrir las puertas a los refugiados sirios en 2015, sigue siendo uno de los aspectos más controvertidos de su legado. En su momento, la canciller la describió como una expresión de "la cultura de la bienvenida", un acto de humanidad ante la crisis migratoria. Sin embargo, con el tiempo, esa política ha generado una creciente polarización en la sociedad alemana, enfocada en los desafíos de integración y los aumentos en la criminalidad en algunas áreas.

El auge de la AfD refleja el descontento que una parte significativa de la población alemana siente hacia la política migratoria de Merkel. En una entrevista con Der Spiegel, Merkel defendió su decisión: "De no haber mantenido abiertas las fronteras, nuestros discursos sobre los valores europeos y la dignidad humana hubieran perdido toda credibilidad"

El crecimiento de la AfD y su capacidad para atraer a un electorado desilusionado pone de manifiesto una tensión creciente entre los discursos de unidad y valores europeos, por un lado, y el creciente nacionalismo y rechazo a la migración, por otro.

El Partido Cristiano-Demócrata (CDU), que lideró Alemania durante 16 años bajo el mandato de Merkel, atraviesa ahora una crisis interna que amenaza con diluir su identidad. Tras su salida del poder, la CDU ha tenido dificultades para encontrar un líder que logre unir al partido y devolverle la influencia política que tuvo bajo Merkel. Aunque sigue siendo una de las principales fuerzas políticas, enfrenta una competencia cada vez más fuerte por parte de partidos más radicales como la AfD, que ha captado el apoyo de una gran parte del electorado desilusionado con los partidos tradicionales.

El liderazgo de Alemania en Europa: ¿Una herencia debilitada?

Durante el tiempo en que Merkel estuvo en el poder, Alemania no solo fue una potencia económica, sino también un líder clave dentro de la Unión Europea (UE). La canciller desempeñó un papel central en la gestión de la crisis económica de 2008, en la formulación de políticas fiscales comunes y en la resolución de las tensiones internas de la UE. Además, Alemania asumió un papel de liderazgo en la política exterior europea, abordando cuestiones clave como la crisis migratoria y las relaciones con Rusia.

Sin embargo, desde la salida de Merkel, la situación ha cambiado sustancialmente. La llegada de Emmanuel Macron al poder en Francia, así como el fortalecimiento de otros líderes europeos, ha reducido la influencia de Alemania dentro de la UE. El papel central que históricamente desempeñó Alemania en la toma de decisiones europeas se ha visto debilitado por la fragmentación interna y la creciente presencia de nuevos actores internacionales.

Con Macron y otros líderes tomando un papel más activo en la política europea, la capacidad de Alemania para coordinar políticas comunes se ha visto afectada. A su vez, la creciente influencia de actores externos como China y Rusia, junto con las tensiones internas dentro de la UE, plantea interrogantes sobre la capacidad de Alemania para mantener su liderazgo en la Unión.

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