La organización escaló el caso al Supremo en noviembre de 2024, cuestionando una política del gobierno escocés que requería una representación mínima de mujeres en juntas públicas, e incluía explícitamente a mujeres trans con GRC en ese conteo. For Women Scotland argumentó que eso era ilegal porque, en su interpretación, las mujeres trans no debían ser consideradas mujeres en ningún marco legal.
El abogado de la organización, Aidan O’Neill KC, defendió que extender la categoría de “mujer” a personas con GRC representaba una “negación de la realidad biológica”. Durante las audiencias, afirmó que esta interpretación “subordina los derechos de las mujeres cisgénero”.
Consecuencias legales y sociales
La sentencia aclara que, para efectos legales, el sexo y el género no pueden usarse de forma intercambiable. De acuerdo el Tribunal, esto permitirá aplicar con mayor “certeza” las políticas públicas en espacios no mixtos como refugios, baños, prisiones o clubes deportivos.
El gobierno laborista, que intenta equilibrar distintas posturas, afirmó que los espacios para mujeres “están protegidos por la ley y siempre lo estarán bajo este gobierno”, sin referirse directamente al impacto sobre mujeres trans.
Aunque el fallo no modifica la Ley de Reconocimiento de Género de 2004, sí redefine el peso legal del GRC en la interpretación de otras leyes. Desde 2004, unas 8,500 personas obtuvieron este certificado en Reino Unido.
En Escocia, el Parlamento aprobó en 2022 una ley para permitir el cambio legal de género sin diagnóstico médico, pero fue bloqueada por el gobierno conservador de Londres, lo que provocó una crisis constitucional.
Reino Unido se suma a una tendencia más amplia de retrocesos legislativos contra personas trans. En Estados Unidos, el gobierno de Donald Trump revivió propuestas para restringir el acceso a la atención médica para menores trans y limitar su participación en deportes.
En Hungría, Viktor Orbán promovió leyes que prohíben la promoción de la homosexualidad y el cambio de género entre menores. En Italia, el gobierno de Giorgia Meloni obstaculizó la inscripción legal de hijos de parejas del mismo sexo. Y en Polonia, el partido Ley y Justicia construyó toda una narrativa electoral en torno al “peligro ideológico” de la comunidad LGTB+.
La decisión plantea interrogantes sobre cómo equilibrar los derechos de distintos grupos protegidos por la ley, sin recurrir a narrativas reduccionistas ni excluir a comunidades ya vulnerables. Para algunos, se trata de una victoria por la claridad jurídica. Para otros, de un retroceso en la lucha por la inclusión.