Luego, el arzobispo Diego Ravelli, maestro de ceremonias del Vaticano, pronunció la orden en latín "Extra omnes!" (¡Todos fuera!), indicando a aquellos que no participan del cónclave que se fueran. Las puertas de la capilla se cerraron de golpe.
"Vigilancia atenta"
La influencia del papa se extiende mucho más allá de la Iglesia católica, pues proporciona una voz moral y una llamada a la conciencia que ningún otro dirigente mundial puede igualar.
En una misa celebrada en la Basílica de San Pedro el miércoles por la mañana antes de entrar en el cónclave, los cardenales rezaron para que Dios les ayudara a encontrar un papa que ejerciera una "vigilancia atenta" sobre el mundo.
En un sermón, el cardenal italiano Giovanni Battista Re dijo a sus colegas que debían dejar de lado "toda consideración personal" al elegir al nuevo pontífice y tener en mente "solo (...) el bien de la Iglesia y de la humanidad".
Un récord de 133 cardenales de 70 países entraron en la Capilla Sixtina, frente a los 115 de 48 naciones del cónclave de 2013, un crecimiento que refleja los esfuerzos de Francisco por extender el alcance de la Iglesia a regiones remotas con pocos católicos.
Re sugirió a los cardenales que buscaran un papa que respetara la diversidad dentro de la Iglesia. "La unidad no significa uniformidad, sino una firme y profunda comunión en la diversidad", dijo en su sermón.
Alrededor del 80% de los cardenales que entraron en la Capilla Sixtina el miércoles fueron nombrados por Francisco, lo que aumenta la posibilidad de que su sucesor continúe de alguna manera sus políticas progresistas a pesar de la fuerte oposición de los tradicionalistas.
Entre sus consideraciones estará si deben buscar un papa del sur global, donde las congregaciones están creciendo, como hicieron en 2013 con el argentino Francisco, o devolver las riendas a Europa o incluso elegir un primer papa estadounidense.
Con información de AFP y Reuters