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OPINIÓN: Trump y el Partido Republicano tienen una noche para ponerse en orden

La prueba para Trump y la Casa Blanca no es si puede leer en el apuntador electrónico, sino si él y su equipo tienen la capacidad de aprovechar el momento para volver a empezar, opina Jen Psaki.
mar 30 enero 2018 09:45 AM

Nota del editor: Jen Psaki es analista política de CNN. Fue directora de comunicaciones de la Casa Blanca y portavoz del Departamento de Estado durante la presidencia de Obama. Es vicepresidenta de Comunicación y Estrategia del Fondo Carnegie para la Paz Internacional. Síguela en Twitter: @jrpsaki . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

(CNN) — Nuestras expectativas han caído tan bajo que para el equipo de Trump, en el informe presidencial del martes 30 de enero, una gran victoria sería que el presidente de Estados Unidos caminara sin tropezar hasta el final del pasillo y leyera durante una hora los comentarios preparados, sin salirse del guion. Si puede lograrlo, es de esperarse que muchos expertos aplaudan el discurso y que los analistas digan que fue "un momento brillante de su presidencia", incluso un "punto de inflexión".

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Después de todo, Trump entrará a la Cámara con un índice de aprobación que raya los 30 altos. Aunado a eso está la investigación en curso sobre muchos de sus asesores —y posiblemente él— por parte del fiscal especial Robert Mueller; la renuncia el lunes 29 de enero del subdirector del FBI, Andrew McCabe, a quien Trump ridiculizó, y la votación que se llevará a cabo en la Comisión de Inteligencia del Senado para decidir si se publica una polémica circular en la que se acusa al FBI de hacer mal uso de la Ley de Vigilancia de los Servicios de Inteligencia Extranjeros. Pese a la oposición del Departamento de Justicia, Trump ha dicho que se siente inclinado a publicarla.

nullEn resumen: le espera un camino cuesta arriba.

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La prueba para Trump y la Casa Blanca no es si puede leer en el apuntador electrónico y lucir "presidencial", sino si él y su equipo tienen la disciplina y la capacidad de aprovechar este momento para volver a empezar. Estas son tres cuestiones en las que habría que juzgar a la Casa Blanca:

1. ¿El discurso contiene un proyecto político claro?

En cualquier informe presidencial, la política es la carne del sándwich y casi siempre el foco es la política interior. Típicamente, el proceso de preparación comienza meses antes: carpetas abultadas y reuniones prolongadas en el salón Roosevelt mientras el equipo de planificación política y comunicación determina qué políticas incluirán. Primero, qué es nuevo y qué acaparará los titulares y promoverá el proyecto. Segundo, qué podrá estar abierto a negociación en el Congreso en el año siguiente.

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La Casa Blanca ya presentó una propuesta inmigratoria que nació muerta, escrita nada más y nada menos que por el jefe de asesores políticos, Stephen Miller. Se suponía que sería uno de los pilares del informe presidencial y es probable que surja en los comentarios escritos, pero reducir la inmigración legal en un 50% aproximadamente y regresar a la era de cuotas inmigratorias de la década de 1920 no va a jalar en el Congreso. Hasta los conservadores de línea dura odian la propuesta porque incluye lo que para ellos es una "amnistía" para los dreamers. Algunos miembros de ambos partidos optaron por negociar un paquete mucho más reducido , centrado en el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) y en la seguridad fronteriza, que no se basa en la propuesta de Trump.

La Casa Blanca también ha dado a entender que la infraestructura será el centro del informe. En primera instancia suena razonable y será difícil que los demócratas se queden sentados durante la ovación de pie obligada. Sin embargo, los defensores a ultranza del déficit, entre ellos el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, seguramente no estarán ansiosos de poner sobre la mesa un gran paquete de gasto, particularmente después de la reforma fiscal. Es un buen tema para recibir aplausos, pero es difícil que avance.

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Entonces, ¿en dónde queda el proyecto político?

El gran final de la reforma fiscal, para Ryan y muchos republicanos del Congreso, sería la reforma a las prestaciones sociales. Cuando estaba a punto de aprobarse la reforma fiscal, en diciembre, Ryan mencionó que la forma de pagar los descuentos fiscales para las empresas y los estadounidenses ricos sería reducir las prestaciones como la asistencia social y Medicare. Afirmó casualmente , en un programa de radio local, que "tendremos que regresar el año próximo a la reforma a las prestaciones sociales, que es la forma de abordar la deuda y el déficit".

Sin embargo, la Casa Blanca no ha dicho que esto será parte del informe y los miembros vulnerables de los distritos legislativos no llegarán corriendo a respaldar los recortes a los paquetes de seguridad social en un año en el que podrían perder su curul por mucho menos.

null¿Acaso alguna de las propuestas del martes en política interna tendrá la vigencia y el impulso como para avanzar en el Congreso? Hasta ahora, parece que la respuesta es no.

2. ¿Será una guía para los candidatos que van a postularse?

Salvo que haya un incremento sorpresivo en la popularidad de los legisladores este año, el éxito de Trump en 2018 se juzgará en gran medida por el desempeño de los candidatos al Congreso en las elecciones de noviembre.

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Aunque su popularidad y su presidencia llena de escándalos no le ayudan a ser el representante más atractivo para los miembros vulnerables, sigue siendo el líder del Partido Republicano, que está a cargo de ambas cámaras del Congreso; además, sigue teniendo un séquito fuerte y leal. Como ya vimos en las elecciones especiales, su mensaje tendrá efecto tanto en los legisladores vulnerables que buscan la reelección como en los candidatos que se postularán por primera vez.

No hay duda de que dedicará buena parte del informe presidencial a destacar los indicadores económicos positivos y a adjudicarse los bajos índices de desempleo y el auge del mercado accionario. Mientras los demócratas señalan con razón que esas cifras y tendencias ya llevan mucho tiempo, que algunos de los indicadores económicos eran más fuertes durante la presidencia de Obama y que el auge del mercado accionario no está ayudando a la gente común y corriente, este será un tema prominente con miras a las elecciones intermedias.

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Tal vez Trump no haga daño en el informe, pero es difícil que surjan propuestas o mensajes nuevos que les sirvan de guía a los candidatos que buscarán un cargo en noviembre. Además, en un entorno impredecible en el que Trump bien podría atacar a Paul Ryan y a Mitch McConnell el miércoles por la mañana con nuevos apodos en Twitter, cuesta ver que el mensaje unificador para el partido en el informe del martes tenga efecto.

3. ¿El informe le ayudará a expandir sus bases y a unificar a la opinión pública?

Este es el objetivo de todos los presidentes y de todas las presidencias. Desde que llegó internet, es más difícil hacer llegar tus mensajes a todo el mundo. Aunque seas el presidente, ya puedes hablar y hacer que todos los estadounidenses te oigan a través de los medios tradicionales, a no ser por el informe presidencial. Las cifras de las televisoras durante el informe usualmente se incrementan el primer año y vuelven a bajar en los años siguientes, pero la cantidad de gente que lo ve en Facebook o a través de aplicaciones de redes sociales ha aumentado. Trump lo sabe mejor que todos.

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Además, la Casa Blanca ha vendido la idea de que el informe será "unificador". Eso ciertamente sería una mejora. Recordemos que hace un año, Trump dio uno de los mejores discursos de su presidencia ante el pleno del Congreso. Sin embargo, el discurso —al que se calificó de "optimista" en un principio— pronto dio paso a uno de los años más oscuros y divisivos de las presidencias de la historia moderna de Estados Unidos.

Aunque sería inteligente darle un tono unificador, la historia reciente nos indica que la relación entre el tono del informe y el tono y las acciones posteriores es insignificante.

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El informe presidencial nunca ha tenido nada que ver con la capacidad del presidente de Estados Unidos para leer las palabras contenidas en una página, sino con la vigencia del discurso en los días, las semanas y los meses posteriores. Hablando de que la presidencia y los republicanos lo lograrán, considérenme incrédula.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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