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OPINIÓN. La táctica favorita de Trump: criminalizar a sus detractores

Aunque a veces reconoce las contribuciones importantes de la inmigración a la economía y a la sociedad de Estados Unidos, a Trump le interesa mucho más hablar de lo más sombrío, opina Julian Zelizer.
lun 09 abril 2018 11:30 AM
Donald Trump en la frontera norte de EU
Blanco de ataques En vez de centrarse en promover una política en lo que concierne a la frontera sur de EU, Trump se ha dispuesto a propagar el miedo a los problemas que, según él, los inmigrantes traen consigo, señalan analistas. (Foto: MANDEL NGAN/AFP)

Nota del editor: Julian Zelizer es profesor de Historia y Asuntos Públicos en la Universidad de Princeton y editor del libro The Presidency of Barack Obama: A First Historical Assessment. Síguelo en su cuenta de Twitter @julianzelizer . También es conductor del podcast Politics & Polls. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

(CNN) — A principios de abril, Donald Trump, presidente de Estados Unidos, arremetió contra algunos de sus blancos favoritos. En tan solo unos días, atacó a los inmigrantes centroamericanos que buscan asilo legal en Estados Unidos, tildó a su predecesor de "Obama el tramposo", volvió a acusar a los electores de haber cometido un fraude masivo en las elecciones de 2016 y criticó a algunas de las organizaciones noticiosas que más odia, como CNN y el Washington Post. "El Washington Post es más ficción que realidad", tuiteó Trump el domingo 8 de abril.

Nada de esto es novedad. La descarga retórica de ira es uno de los principales ejemplos de la táctica favorita de Trump: la clásica estrategia de guerra de vilipendiar, criminalizar y deshumanizar al "enemigo".

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En tiempos de guerra, ha sido común que los presidentes logren que la gente apoye una operación militar convenciéndolos de que hay un mal acechando más allá de las fronteras. A veces no fue necesario que el presidente hiciera un gran esfuerzo, como pasó con Adolfo Hitler a principios de la década de 1940. En otras, como con Saddam Hussein en 2002 y 2003, el comandante en jefe se enfrentó a un desafío mucho mayor para demostrar que un enemigo representa una amenaza directa que exige acción militar.

Esta táctica ha sido esencial en el método de combate político de Trump en cuestiones internas. Trump suele recurrir a motes pegajosos para hacerse entender y no escatima esfuerzos para acabar con un adversario con la intención de asegurarse de que la gente no pueda volver a ver de la misma forma a esa persona o institución, que no crean nada de lo que digan y que teman que son una amenaza para la república.

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Desde que demostró que podía hacerlo con sus adversarios en las elecciones primarias republicanas y luego con Hillary Clinton, Trump se ha apegado a esta estrategia. Su saña ha sido intensa y ha estado dispuesto a llegar muy lejos (a manipular la verdad o inventar cosas) para generar miedo e ira.

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Tomemos por ejemplo a los inmigrantes, legales o no autorizados, que constantemente son blanco de sus ataques. En vez de centrarse en promover simplemente una política dura en lo que concierne a nuestras fronteras, Trump se ha dispuesto a propagar el miedo a los problemas que, según él, los inmigrantes traen consigo.

Aunque a veces reconoce las contribuciones importantes de la inmigración a nuestra economía y a nuestra sociedad, a Trump le interesa mucho más hablar de lo más sombrío. Al decir que los mexicanos que entran son violadores y criminales, advertir constantemente de la amenaza de la Mara Salvatrucha 13 en nuestros suburbios, acusar falsamente que los inmigrantes están detrás de un fraude electoral masivo o afirmar que están "robándose" los empleos de los estadounidenses, Trump ha tratado de poner a los que llegan a Estados Unidos como una fuerza invasora perversa que socava nuestra seguridad y bienestar.

nullEn vez de responder a las noticias que critican a su gobierno, Trump se ha dedicado a acusar a casi toda la prensa, salvo a Fox News y a Sinclair Broadcasting, de ser totalmente ilegítima. Según su discurso, no se puede confiar en la prensa. Afirma que difunde información falsa y que contrata a personas dedicadas a echar abajo su presidencia.

El término "noticias falsas" se ha vuelto parte permanente del léxico político. Ha atacado a líderes de organizaciones noticiosas y ha intentado hacerlos parecer villanos a ojos del público al afirmar que son autores de una gran conspiración contra su Casa Blanca.

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De acuerdo con Trump, el FBI y las agencias de inteligencia no solo se equivocan en sus análisis de la intromisión rusa en las elecciones de 2016, sino que están bajo el control de gente malvada que quiere derrocarlo. Ha vilipendiado a agentes específicos y a líderes de dependencias como James Comey y Andrew McCabe; los ha acusado de usar las herramientas de la administración de justicia para promover información falsa. Ha usado las comunicaciones electrónicas de los agentes para demostrar que las dependencias están tomando decisiones con base en cuestiones políticas. Ahora, está recurriendo a tácticas parecidas para atacar al fiscal especial Robert Mueller y su equipo.

Aunque esta clase de discurso exagerado es usual en política exterior y puede causar gran daño, las consecuencias son extraordinariamente perjudiciales cuando se trata de política interna. Lo más importante es que los grupos sociales y los organismos en los que descarga su ira son los que sufrirán los efectos a largo plazo. Como los ataques provienen del presidente de Estados Unidos, quien recibe el apoyo apasionado de grandes sectores del electorado, sus acusaciones quedarán grabadas en la mente de muchos electores.

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Los ataques persistirán aun después de su presidencia. Ahora, los prejuicios sociales peligrosos contra grupos como los inmigrantes definirán el enfoque de parte del electorado ante la ley, la política y sus comunidades. La aplicación de la ley se considerará ilegítima aunque se necesite desesperadamente. Muchos estadounidenses dudarán automáticamente del periodismo de alta calidad.

Esta clase de mentalidad de guerra también dificulta llegar a compromisos políticos. Como hay una polarización partidista intensa, eso es lo último que nuestra república necesita. Cuando la mitad de la gente considere que la otra mitad son delincuentes o villanos, la negociación se tornará imposible. Cada vez es más difícil llegar a cualquier clase de acuerdo y desaparece la voluntad de entablar negociaciones. El grado de confianza de la otra parte en el Partido Republicano disminuirá considerablemente tras haber sido blanco de estos bombardeos. Un presidente a quien le encanta polarizar y dividir amplificará las divisiones profundas que ya se han arraigado en nuestro sistema político.

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El intento de criminalizar y deshumanizar a sus oponentes es uno de los elementos distintivos del estilo político de Trump y podría ser una de las consecuencias más duraderas de su presidencia. Los heridos que deja a su paso no podrán recuperarse pronto del daño que ha causado. El camino de Estados Unidos a la recuperación tras esta polarización extrema será más largo que nunca.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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