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OPINIÓN: Trump se arrinconó solo

El mandatario estadounidense encontró en Nancy Pelosi una enemiga astuta e implacable, que entiende profundamente su poder en el Congreso, comenta David Axelrod.
lun 28 enero 2019 01:00 PM
Sin ceder.
Cuando Trump declaró su victoria en la batalla del cierre de gobierno estadounidense vio que otro de sus aliados quedó atrapado en la investigación sobre Rusia.

Nota del editor: David Axelrod escribe artículos de opinión para CNN y conduce el podcast The Axe Files, que se transmite regularmente en CNN. Fue asesor senior del expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, y jefe de estrategias de las campañas presidenciales de Obama en 2008 y 2012. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

(CNN) - Cuando el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, estaba buscando los votos de la Cámara de Representantes para un infortunado plan para el cambio climático, en 2009, me convocaron al Capitolio para un desollamiento ritual.

El Congreso ha hecho lo posible por proteger a Trump de rendir cuentas sobre lo de Rusia, la explotación comercial de la Casa Blanca y montones de abusos más
David Axelrod

Los demócratas de la cámara estaban nerviosos, con justa razón, de emitir un voto políticamente tenso, particularmente sin garantías de que el Senado lo aceptara (no lo aceptaron). Así, me enviaron de la Casa Blanca con la dudosa tarea de convencer a la asamblea central demócrata.

En cuanto crucé la puerta, y antes de que me dirigiera al grupo, la alguna vez (y futura) presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, me abordó. "El presidente de Estados Unidos me aseguró que saldría a defender públicamente esta votación", dijo, sacudiendo su dedo en dirección mía. "¿En dónde está?".

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Afortunadamente Dios intervino. Un clérigo tomó el micrófono, lo que provocó que Pelosi pausara la increpación mientras inclinaba la cabeza y unía sus manos en oración. Pero en cuanto se oyeron los amenes reanudó su perorata. "¡Si no lo veo aquí, voy a retirar esta propuesta de ley!".

Pelosi fue la aliada más importante y más hábil de Obama en el Capitolio. Cuando el momento lo exigía, era dura e implacable, incluso con su amiga la Casa Blanca.

Nuevamente a cargo de la Cámara de Representantes, Pelosi le dio al presidente Donald Trump una lección brutal sobre la separación de poderes de acuerdo con la Constitución de Estados Unidos. El viernes, 25 de enero, Trump puso fin al cierre parcial de la administración, que duró cinco semanas.

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Ahora, tanto él como Pelosi tienen que hacer cálculos.

Los más urgentes son los de Trump, quien se arrinconó impulsivamente y chocó de frente con su mítico muro fronterizo. Metiéndose en un pleito que no podía ganar, ni complació a sus bases ni a la mayoría de los estadounidenses que rechazan el muro y que están resentidos por el cierre oneroso y prolongado.

Trump encontró en Pelosi una enemiga astuta e implacable, que entiende profundamente el poder que tiene el Congreso. No permitirá que la acosen ni que la intimiden.

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Parece difícil que la presidenta de la Cámara, aturdida por la victoria, le lance un salvavidas a Trump, quien tiene otra fecha límite dentro de tres semanas. Es poco probable que la asamblea de su partido ceda en el tema del muro; lo más probable es que vuelvan a ofrecer el mismo paquete de mejoras fronterizas y portuarias que presentaron a mediados de enero.

Si Trump no hubiera hecho del muro su sine qua non, podría clamar victoria en este asunto con el argumento de que obtuvo recursos considerables para la seguridad fronteriza. Después de todo, tal vez no sea el hábil negociador que encarnó en televisión, pero el hombre sí que sabe vender.

El problema es que se eligió con el tema del muro. Destacó su importancia simbólica y su rebaño fiel y nativista le creyó. Ellos consideran que su capitulación en el cierre de la administración fue una rendición. Él es su líder y ellos son sus carceleros.

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Así que supongo que Trump jugará la carta de la emergencia nacional cuando llegue la fecha límite, dentro de tres semanas, y que afirme que tiene el poder de desviar los recursos para construir el muro.

Es casi seguro que volverá a perder, esta vez en los tribunales, porque la Constitución establece claramente que la facultad de asignar los dineros corresponde al Congreso; sin embargo, él querrá que sus seguidores lo vean intentándolo. Los jueces se volverán su obstáculo.

La principal preocupación de Trump no debería ser el muro, sino las paredes que se cierran sobre su presidencia. El mismo día en el que declaró paradójicamente la victoria en la batalla del cierre tras rendirse vio que otro de sus aliados quedó atrapado en la investigación sobre Rusia, que al parecer está llegando a un crescendo.

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Con la sujeción a proceso de Roger Stone, el fiscal especial Robert Mueller agregó una pieza más al rompecabezas, que empieza a tomar forma. Sin importar lo fuerte que Trump grite "cacería de brujas" y niegue que hubo colusión, el peso creciente de las pruebas contradice ambas cosas.

La Cámara de Representantes será la responsable de actuar con base en los hallazgos de Mueller o en cualquier intento de la Casa Blanca y el Departamento de Justicia por suprimirlos. Nadie sabe a ciencia cierta a qué conclusión llegará el inescrutable fiscal especial. Pero desde hace dos años el Congreso ha hecho lo posible por proteger a Trump de rendir cuentas a fondo sobre lo de Rusia, sobre la explotación comercial de la Casa Blanca y montones de abusos más.

Ahora, el poder de la Cámara de Representantes está en manos de Pelosi. Lo que debería quedarle claro a Trump hoy, si es que no lo tenía claro, es que ella sabe cómo usarlo.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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