OPINIÓN: La razón por la que Joe Biden no debería ir por la carrera presidencial
Nota del editor: Julian Zelizer es profesor de historia y asuntos públicos en la Universidad de Princeton y coautor, junto con Kevin Kruse, del nuevo libro "Fault Lines: A History of the United States Since 1974". Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente suyas.
(CNN) - El exvicepresidente Joe Biden no es el candidato demócrata adecuado para las elecciones estadounidenses de 2020; sin embargo, pronto podría entrar a la carrera demócrata.
Hasta ahora lo más notable es la diversidad de aspirantes. No es la tradicional lista de aspirantes demócratas. Kamala Harris, Amy Klobuchar, Cory Booker, Julian Castro, Peter Buttigieg, Tulsi Gabbard, Elizabeth Warren, Andrew Yang y muchos otros ya están en la baraja y es probable que otros más se sumen.
La composición del campo demócrata representa la diversidad del país. Con muchos favoritos que no son, para variar, hombres blancos de edad, los demócratas están demostrando que son un partido que representa el futuro del país.
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En contraste con la retórica que proviene del presidente Donald Trump, una oda a la blancura y la masculinidad de una limitada tradición política estadounidense, los demócratas están haciendo una fuerte declaración sobre la esencia de su partido.
Y sus discursos iniciales también reflejan esa realidad. Han girado en torno a temas como la justicia racial, la equidad de género, los derechos de los inmigrantes y más. Incluso una precandidata como la senadora Amy Klobuchar, etiquetada como una persona "moderada" que puede atraer el apoyo bipartidista, proclamó: "Basta de crear miedo y basta de odio. Tal vez venimos de diferentes lugares. Tal vez recemos de diferentes maneras. Tal vez nos vamos diferentes y amemos diferente. Pero todos vivimos en el mismo país de sueños compartidos".
Luego está Biden. El exvicepresidente tiene todo el derecho de postularse y ciertamente tiene mucho que ofrecer. Durante su carrera en el Senado y en la Casa Blanca, Biden fue un fuerte defensor de la clase media. Impulsó la clase de políticas que Trump, a pesar de todas sus promesas a los estadounidenses olvidados, nunca aplicó. Como vicepresidente, encabezó la comisión Middle Class Task Force que defendió políticas tales como limitar los pagos de préstamos estudiantiles y mejorar la seguridad de la jubilación. Incluso iba por delante del presidente Barack Obama en el tema del matrimonio entre personas del mismo sexo.
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Además, como un hombre blanco de edad (tendría 78 años en enero de 2021), hay varios demócratas que lo ven como la "opción segura", la única persona que podrá soportar la campaña contra Trump, una campaña llena de testosterona. Y las encuestas de CNN muestran que en este momento la mayoría cree que vencería en un enfrentamiento contra el presidente.
¿Pero es Biden realmente la mejor respuesta para el partido? Hay una buena razón para que los demócratas se muestren escépticos y consideren apoyar a otros candidatos.
Lo más problemático es el hecho de que Biden ha contendido por la presidencia varias veces y en cada una ha batallado. Cuando llega el momento de arrancar la campaña, Biden nunca ha podido generar el nivel de apoyo necesario para ganar. Su tendencia a meter la pata también lo ha perjudicado. Y, en nuestro frenético ciclo de noticias con infinitos canales y pocos filtros en la información, el estilo de Biden causará problemas nuevamente.
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Por supuesto, estos problemas no detuvieron a Trump en 2016. Pero, a diferencia de Trump, no está claro que Biden sobreviva sin un medio noticioso partidista detrás (comparable a Fox News) y una lealtad partidista inquebrantable. Aunque el canal MSNBC podría darle un impulso a Biden, los científicos sociales han demostrado que los medios conservadores tienen un ascendiente mucho más fuerte sobre los espectadores conservadores que los medios liberales.
Los conservadores también tienden a ser más homogéneos y leales ideológicamente que sus contrapartes de la izquierda. En otras palabras, los demócratas han visto los desafíos que enfrenta el "inevitable" favorito conforme la elección va tomando forma.
Más importante es el momento que estamos viviendo. Trump ha dirigido una operación política desde la Casa Blanca que ha girado en torno a una visión del nacionalismo blanco que desafía los valores del pluralismo, la diversidad y la inclusión. Su declaración después de Charlottesville marcó para siempre su presidencia. Y su lucha perpetua por construir un muro encarna perfectamente lo que espera lograr, el objetivo central es mantener a las personas fuera.
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Con tantos candidatos fuertes ya alineados para postularse en las primarias demócratas (muchos han arrancado la contienda con el tipo de aplomo y entusiasmo que resulta prometedor para una campaña presidencial) existe el riesgo de que la participación de alguien como Biden se lleve todo el oxígeno de la habitación. Es decir, Biden podría robar rápidamente la atención de los medios y los fondos de campaña de otros demócratas que obtendrían mejores resultados en las elecciones generales. Si Biden fuera el candidato, también echaría agua fría sobre el entusiasmo y la energía que existe entre los demócratas más jóvenes sobre la dirección de su partido.
Los demócratas no deben asumir que un hombre blanco moderado es inevitablemente el candidato más fuerte. Incluso Bernie Sanders ofrece una nueva perspectiva con sus posiciones socialdemócratas de centro izquierda (también sería notable como candidato judío-estadounidense). Es posible ver la virtud de un candidato que incorpore la diversidad en todos los sentidos. Todos los precandidatos que se están postulando actualmente permitirían a los demócratas mostrar la diferencia de lo que representa el partido en comparación con el Partido Republicano. Como revela un nuevo artículo en The New York Times, con cada día que pasa Trump en la presidencia, el Partido Republicano está perdiendo a los votantes jóvenes.
Con Biden en la boleta sería mucho más difícil generar entusiasmo entre los afroamericanos, los latinos o los votantes más jóvenes, que esperan que los demócratas demuestren que tienen algo que ofrecer fundamentalmente diferente. Aun cuando hay encuestas tempranas que muestran que un número considerable de afroamericanos respaldan a Biden y Sanders, estas no miden la emoción que podría generarse en la campaña una vez que los otros candidatos sean más conocidos y una vez que hayan demostrado sus habilidades políticas.
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Además, el papel central que jugó Biden en la Ley de Control del Crimen Violento de 1994, que fue fundamental para la expansión del sistema de encarcelamiento masivo, regresará para cobrarle factura. Y al igual que Hillary Clinton, tendrá que admitir que su voto autorizó al presidente George W. Bush a usar la fuerza militar en Irak, la generación más joven de demócratas no llevará esa clase de pasado a la campaña electoral.
Por otro lado, muchas mujeres educadas y suburbanas buscan un candidato que tome en serio el mensaje del movimiento #metoo. Este es un movimiento social que ha sacudido a la sociedad estadounidense, llamando la atención sobre las horrendas formas en que el sexismo y el acoso sexual continúan en muchas de nuestras principales industrias y en nuestras vidas privadas. Ellas no estarán contentas al conocer el papel de Biden en las audiencias de confirmación de Clarence Thomas en 1991, donde fue uno de los muchos senadores que hicieron oídos sordos a las acusaciones de Anita Hill sobre acoso sexual.
El demócrata más exitoso en las últimas décadas fue Barack Obama, quien movilizó una poderosa coalición electoral gracias al cambio que representaba para el Partido Demócrata, no porque fuera la opción segura del partido.
Por supuesto, Biden tiene derecho a contender, si así lo decide. Pero antes de que los demócratas recanalicen sus recursos financieros y organizativos, así como sus respaldos, al otrora vicepresidente, deberían pensar detenidamente si quieren que la cara de su partido sea alguien que represente el pasado… o el futuro.
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