Pero los ataques a la democracia no terminan con simplemente tratar de eludir la justicia. Ahora, el presidente está intentando utilizar los órganos de Justicia e Inteligencia del Ejecutivo contra sus percibidos “enemigos políticos”, en otra maniobra bien reconocible para los quienes han vivido y aún viven regímenes autocráticos en las Américas.
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La decisión de autorizar al secretario de Justicia Bob Barr de desvelar, de manera selectiva, inteligencia sobre los supuestos orígenes de la investigación de la injerencia rusa mientras el presidente acusa a exdirector de la FBI, entre otros, de traición en público es escalofriante para la democracia del país.
Segundo
El balance de poderes, que forma un pilar fundamental de democracias representativas como la estadounidense, está bajo tremenda presión.
Como en muchas circunstancias en las Américas, Estados Unidos tiene un presidente quien de facto niega la legitimidad del Congreso simplemente porque está en manos de su oposición política.
En este caso, el presidente dijo que se opone a que sus colaboradores actuales y anteriores testifiquen ante el Congreso.
Ignorar a representantes dignamente electos por el pueblo es una característica de los peores casos del populismo y autocracia en las Américas en las últimas décadas.
La confrontación constitucional entre el presidente y la Cámara todavía no ha llegado a una plena crisis constitucional, pero podría si el presidente decide ignorar no solo al Congreso sino también a las cortes que han empezado a respaldar los pedidos legislativos.
Tercero
Profundamente relacionado a los otros desafíos, tenemos un presidente que alienta uno de los peores cánceres que pueden afectar una democracia: la impunidad.
Uno de los pocos poderes casi absolutos que tiene un presidente para lo cual no existen contrapesos ni legislativos ni judiciales es el poder de otorgar indultos.
Desde los primeros días de su mandato, el presidente Trump ha utilizado este poder de una forma inusual. Ha perdonado, por ejemplo, a aliados políticos como Joe Arpaio, exsheriff en Arizona quien fue condenado criminalmente por ignorar ordenes judiciales, y a amigos personales cercanos como Conrad Black.
Pero en las últimas semanas el presidente ha estado considerando utilizar el poder de una manera profundamente preocupante para perdonar a soldados condenados por crímenes de guerra.
Que el comandante en jefe decida indultar a personas que violaron las leyes de guerra manda un mensaje preocupante no solo dentro de las fuerzas armadas, con oficiales y exoficiales militares de alto rango opuestos a los indultos, pero también a toda la sociedad. Y mina la democracia estadounidense.
El concepto de “excepcionalísimo estadounidense” que permea la psicología nacional en Estados Unidos lleva a muchos a pensar que el país es diferente y superior a otros.
Eso bien puede ser, pero en términos de los peligros que enfrenta su democracia, hoy Estados Unidos tristemente se encuentra en una situación nada excepcional en el contexto hemisférico y global.
Nota del editor: Dan Restrepo es abogado, estratega demócrata y colaborador político de CNN. Fue asesor presidencial y director para el Hemisferio Occidental del Consejo Nacional de Seguridad durante la presidencia de Barack Obama. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.
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